No me gusta el comunismo. Por descubrir, de estudiante en Moscú, que la igualdad era un engaño. Por las purgas genocidas de Stalin. Por la ruina que es Cuba, atribuida a un “bloqueo” que solo logra que su gobierno se victimice. Por amigos escritores cubanos, forzados al exilio por su espíritu libre. Porque la obsesión de los comunistas por los derechos humanos es una farsa, ya que valen solo cuando son ellos las víctimas. Por algo el PC admira a Venezuela, Nicaragua y Cuba, y ¡a Rusia, a pesar de que es una dictadura fascista! Parece que les fascinan las dictaduras. Por eso no votaré por Jara. Por eso votaré por Kast si la segunda vuelta es entre Jara y él. Pero en la primera, votaré por Matthei con la esperanza de que esté ella en la segunda.
Son varias mis razones.
Primero, solo ella tiene equipo y programa de excelencia. Segundo, su capacidad de convocatoria; la posibilidad de que nos una, nos despolarice, nos saque del marasmo peleador en que estamos sumidos. Tercero, por su experiencia. Cuarto, porque sabe que gobernar es difícil, que los problemas del país son complejos y que requieren medidas que se hagan cargo de esa complejidad, lo que más necesitamos después de un Frente Amplio inexperto que creía que gobernar era fácil. Por favor, ¡no más novatos voluntaristas! Quinto, porque no se atribuye superioridad moral, a diferencia del Frente Amplio y de esos republicanos que tildan a Chile Vamos de parásitos. Porque Chile Vamos era claramente el verdadero blanco de la famosa —y muy respaldada— columna de Cristián Valenzuela. Cuando se habla de “recortes”, dijo él, tiemblan “los que ya gobernaron, los que se dicen de oposición”, porque ellos han vivido apitutados del Estado y no quieren perder sus privilegios. Incluso “son capaces de armar un frente común desde el Partido Comunista hasta la UDI, para cuestionar a los que están dispuestos a impulsar un cambio radical…”. O sea, solo los republicanos son buenos. Todos los demás somos parte de una nefasta “casta”. Lo afirma Valenzuela invocando a Milei, otro prócer que, como los republicanos, ha priorizado suplantar a la derecha tradicional.
Me preocupa sobre todo la pretensión de superioridad moral. ¿Por qué? Porque me hace temer que, si los republicanos ganan en primera vuelta, se van a aleonar, a sobregirar, como en 2023 con la Constitución. Sobregirarse en la segunda vuelta sería fatal, porque Jara estaría acercándose al centro. Mucha gente le creería. Yo no, pero a muchos les cautivaría esa sonrisa bonachona de mujer moderada que luce. Podría entonces pasar lo del 2021. Es cierto que el Congreso podría llegar a estar dominado por la derecha. Pero eso también tiene sus riesgos, porque algunos votantes podrían recurrir a Jara para “equilibrar”. Otros, con el argumento de que con un Congreso en contra no va a poder hacer mucho daño.
Yo sé que en las encuestas actuales Kast le gana a Jara en segunda vuelta. Pero no es fácil para los encuestados imaginar esa segunda vuelta cuando todavía no se da la primera. La lógica me dice que, en la segunda, Matthei es una carta más segura contra Jara que Kast, por los votos que recibirá de la ex-Concertación. Para mí, votar por Matthei es también, entonces, evitar que Apruebo Dignidad siga en La Moneda.
Una última razón para apoyarla: la impresión que uno tiene de que le conviene a Boric que gane Kast en primera vuelta. Por algo lo critica tanto. Por algo le está dando un regalo al hacerle parecer como el principal opositor a un gobierno impopular. Creo que a Boric le conviene Kast por varias razones. Porque es más fácil para Jara ganarle en segunda vuelta. Porque si gana la presidencia Matthei, se debilitarán los extremismos. Porque, por tanto, es más fácil para Boric suceder a Kast que a Matthei en 2030.
Claro que faltan 25 días y eso es mucho en política. Los votantes en Chile, como en todo el mundo, están con bronca. Una forma de ejercerla es dando sorpresas.