No es fácil lidiar con Donald Trump. Y los medios norteamericanos están aprendiendo a convivir con el Presidente no siempre de la mejor manera. Varios de ellos llegaron a acuerdos millonarios para evitar largos y complejos procesos judiciales. Más vale pagar y no enfrentarlo, parece ser el raciocinio.
Trump tiene experiencia en presentar demandas y perseguir a sus adversarios, y además, parece disfrutar con esas batallas de sus abogados en los tribunales, las que él replica en las redes sociales. Así ha conseguido buenas sumas de dinero, no siempre para su bolsillo, pero sí para sus proyectos. En diciembre pasado, recibió de la cadena de televisión ABC 15 millones de dólares, destinados a una fundación presidencial. En enero, Meta le pagó 25 millones para su futura biblioteca, “X” desembolsó 10 millones en febrero y YouTube, 22 millones, todo por haberlo sacado de sus plataformas tras el asalto al Capitolio en 2021. El último pago se acordó en agosto, cuando Paramount, matriz de CBS, accedió a entregarle 16 millones de dólares para evitar un juicio porque la televisora habría editado una entrevista de Kamala Harris durante la campaña electoral para que ella, supuestamente, saliera mejor parada que el republicano.
Hay, sin embargo, veces en que no le va tan bien, como en la última demanda contra el New York Times, por 15 mil millones de dólares, desestimada por un juez porque “no cumplía con las normas federales”. Deberá presentarla de nuevo “en forma clara, sencilla y directa” si quiere seguir adelante, y más corta: tenía 85 páginas, e incluía un “ataque claramente impropio e inadmisible” contra el diario, según el fallo. Habrá que esperar a ver si persevera en acusarlo de difamación por artículos que, a su juicio, fueron publicados con “genuina malicia” y pretendían minar su credibilidad y menospreciar su reputación de empresario exitoso.
Esta dinámica de demandas y acuerdos, o chantajes, preocupa por los efectos sobre la libertad de prensa. Al pagar para no seguir litigando, los medios en cierta forma se autocensuran y parecen rendirse al Ejecutivo. Trump conoce su poder y lo usa, y sabe que, de algún modo, está cambiando el ecosistema de medios a su favor.
El caso de Paramount puede ser emblemático. La empresa estaba en proceso de fusión con Skydance, y necesitaba el pase del regulador federal. El pago se vio como una “coima”. Además, hubo condiciones, como que CBS resolviera “los sesgos informativos”, nombrara un ombudsman y no estableciera políticas de diversidad, igualdad y equidad. Todo culminó en la compra del medio digital The FreePress, reconocido por ser independiente, anti woke y muy influyente (tiene un millón y medio de suscriptores; 170 mil pagan), y en la designación de su editora a cargo de las informaciones en CBS. Con todo, puede que esta última sea una buena cosa para el mundo de las comunicaciones de EE.UU., donde muchos de los medios tradicionales son “progresistas”, línea que, según algunos, no satisface a la mayoría, cansada de noticias sesgadas y de que, en vez de hechos y datos, den opiniones ideologizadas.