Chile necesita un cambio. Crecer al 4% parece lejano y más de 30 trimestres móviles con desempleo sobre 8% preocupan. Da la impresión de un país que perdió el hambre por progresar, que no se destaca. ¡Pero si hasta en el fútbol! De 10 equipos, la selección chilena es última en las clasificatorias al mundial del 2026. Qué coincidencia, esa posición es similar a la que ocupa el país en el ranking de crecimiento acumulado desde la última Copa del Mundo (2022) entre las mismas naciones (es 9 de 10). Como en el fútbol, en lo económico no alcanza ni para medalla de palo.
Y hablando de deportes y cambios, vale la pena detenerse en lo que está pasando en el rugby. La clasificación de la selección nacional, los Cóndores, a Australia 2027 es un logro notable. Dos mundiales consecutivos –también alcanzaron Francia 2023– para un deporte que calladito comienza a posicionarse no puede ser fortuito. ¿Cuál es la fórmula?
Un poco de historia. Previo al covid, el rugby en Chile era más bien recreacional. Los encuentros internacionales de los Cóndores eran una derrota casi segura, resultado natural de un grupo que entrenaba en condiciones precarias. Y es que, si bien es un deporte que parece solo físico, sin la preparación táctica y colectiva de los 15 en cancha, el porte poco importa.
Eso lo sabía el entrenador uruguayo Pablo Lemoine, contratado el 2018 para dirigir el equipo. También la dirigencia del deporte tenía la cosa clara. Así, poco a poco, el trabajo comenzó a profesionalizarse. Esto obligó sacrificios adicionales de los Cóndores que, en ese entonces, jugaban solo por amor al deporte (los contratos profesionales en Chile no existían). A esto se agregó un apoyo clave: el de un experimentado psicólogo clínico inglés, algo así como un Yoda, que trabajó el desarrollo emocional del equipo, clave en la alta competencia. ¿El resultado de todo esto? Chile clasificó por primera vez a un mundial en julio del 2022. No fue suerte, sino puro esfuerzo.
Ese mundial fue un punto de inflexión. Sin creerse el cuento y conscientes de que aún faltaba mucho, los Cóndores priorizaron “ganarse el respeto del mundo” con un comportamiento ejemplar dentro y fuera de la cancha. Eso compensó la ausencia de triunfos y fortaleció el avance del deporte.
Así, a punta de preparación y empeño, llegamos al 2025. Apoyo de sponsors, universidades que apañan, contratos profesionales, nuevas ligas, competencia entre regiones, mejor infraestructura son las nuevas condiciones de un deporte en el que hace menos de una década no veíamos ni una. ¿El objetivo esta vez? Los Cóndores son aterrizados, van de a poco, los mueve un propósito: ganar el primer partido en una copa del mundo.
¿No será eso lo que le falta a Chile en otros ámbitos? La creencia de que las cosas se van a dar solas o que cantinfleando se arregla la carga deja a cualquier equipo último. El progreso no es una cuestión de suerte. Es liderazgo, visión, pragmatismo, trabajo en equipo y mucho sacrificio. Eso explica el éxito de los Cóndores. A tomar nota.