El Presidente “se vio en la obligación” de alertar al país que la propuesta del candidato Kast de bajar en 6 mil millones el gasto público es irrealizable. Para ello usó la cadena nacional del Presupuesto.
El episodio fue un error de principio a fin. Una verdadera cadena de errores.
Primero, al hacer lo que hizo, el Presidente rompió nuevamente una tradición republicana de guardar —al menos— las formas, respecto de la prescindencia electoral. Usar la cadena nacional para emprenderlas contra un candidato lo hace en un contexto de total asimetría. Nadie puede pretender que el Presidente no tenga opinión. Otra cosa es reflejarla tan burdamente.
En segundo lugar, si hubiera que —desde el púlpito presidencial— corregir las propuestas irrealizables, debió comenzar por su propia candidata y el sueldo mínimo de 750 mil. Tras eso, pudo haber seguido con todo el resto de los candidatos. Y candidatas. Uno a uno.
En tercer lugar, el Presidente parece olvidar la cantidad de ilusiones que él mismo prometió cuando era candidato, a las que Piñera hace justo cuatro años —usando la misma lógica— debiera haber replicado. Para muestra basta recordar que Boric propiciaba una reactivación de la mano de la “gastronomía, eventos, cultura y turismo en vez de la minería y construcción” (dicho el 14 de noviembre de 2021, en entrevista a LUN). ¿No ameritaba eso que Piñera hubiera “alertado al país” en la presentación del Presupuesto?
En cuarto lugar, al sindicarlo como “el enemigo a vencer” lo único que hace es poner a Kast en posición de protagonismo. Un verdadero sueño para cualquier asesor republicano: darle a JAK un lugar privilegiado en la pantalla grande de la política chilena. Y todo gratis.
Finalmente, la intervención de Boric deja en una posición totalmente incómoda a la propia Jeannette Jara, puesto que aparece como incapaz de contrarrestar a su colega candidato, requiriendo el apoyo del aparataje del Gobierno para hacerlo. Dicho de otro modo, el episodio no hace más que ratificar que es una candidata particularmente débil.
¿Es irrealizable bajar 6 mil millones en gasto público como propone Kast?
Probablemente sí.
¿Es la única propuesta irrealizable que anda dando vuelta?
Definitivamente no.
¿Es una novedad que ello haya ocurrido?
Tampoco.
Un viejo político norteamericano decía “Vota a aquel que prometa menos. Será el que menos te decepcione”. Y tenía razón. Los períodos electorales son verdaderas orgías de promesas incumplidas.
Cada elección nos trae un menú digno de una fonda: trenes que recorrerán el país en tiempo récord, hospitales de última generación, delincuencia que terminará y, por supuesto, la eterna promesa de “ahora sí vamos a terminar con la corrupción”.
Después viene la resaca. Las adecuaciones al programa. La medida de lo posible. Y el cambio de contexto.
Pero hay una cosa clara: las cadenas nacionales, por su naturaleza, han sido instancias solemnes, reservadas para anuncios de alto interés público, emergencias o definiciones trascendentales del Estado. Convertir esa tribuna en un espacio de confrontación electoral degrada su propósito original y abre la puerta a la instrumentalización comunicacional. Tan propia de Latinoamérica, pero tan alejada de Chile.
Tal vez la principal lección que deja el episodio es que la coalición gobernante podrá no tener nombre pero ya tiene su futuro líder. Gabriel Boric se ha autoconferido esta semana ese rol para los próximos cuatro años.