Hoy, en el Día de la Conciencia contra el Desperdicio de Alimentos, es urgente reflexionar sobre una paradoja que duele: mientras millones de chilenos no pueden acceder a una alimentación suficiente, segura y nutritiva, nuestro país desperdicia toneladas de comida cada año.
Según la última Encuesta Casen, el 17,4% de los hogares en Chile vive inseguridad alimentaria moderada a severa. Esto significa que más de tres millones de personas no tienen acceso regular a los alimentos que necesitan, personas que con mayor intensidad pertenecen a hogares con jefaturas femeninas, niños, niñas y adolescentes, adultos mayores y migrantes.
Según el Ministerio de Agricultura, Chile desperdicia 3.700 millones de kilos de alimentos al año, una cifra que convierte en contradictorio lo que debería ser obvio: tenemos alimento y chilenos con hambre. Este desperdicio ocurre desde la producción hasta el consumo final, incluyendo productores, distribuidores, supermercados, hogares y restaurantes.
Aquí, el rol de los bancos de alimentos es indispensable. Estas organizaciones actúan como puente entre la abundancia y quienes más la necesitan, rescatando productos y entregándolos a personas en situación de vulnerabilidad. Sin ellos, la brecha entre quienes tienen acceso a una alimentación adecuada y quienes no, sería aún más dramática.
La canasta básica de alimentos, cuyo valor bordea los $70.000 por persona al mes, refleja otra dimensión de esta paradoja: el costo mínimo de una dieta saludable es inalcanzable para muchos hogares sin subsidios o apoyo externo, mientras toneladas de alimentos se pierden cada año.
Chile enfrenta un doble desafío: garantizar acceso a una alimentación digna y reducir el desperdicio. Esta no es solo una cuestión social, sino también ética y ambiental. Reducir la pérdida de alimentos es una responsabilidad que debemos asumir como país.
Hoy, más que nunca, necesitamos visibilizar la inseguridad alimentaria, reconocer la importancia de los bancos de alimentos y asumir que desperdiciar comida mientras otros pasan hambre es una falla moral y social que no podemos seguir permitiendo.
El desafío es grande, pero el primer paso es mirar la realidad de frente y actuar: que el Día de la Conciencia contra el Desperdicio de Alimentos sea un llamado a la acción concreta y colectiva, para que nadie quede excluido y podamos apoyar a quienes más lo necesitan.
Carlos Ingham
Fundador Red de Alimentos