Señor Director:

¿Qué diría el lector si le dijeran que su hijo este año no alcanzará a aprender todos los contenidos de Matemáticas? Cientos de niños en Alto Hospicio, Copiapó y Antofagasta ven recortadas sus jornadas escolares bajo la excusa de “emergencias”. El Ministerio de Educación, en lugar de ampliar la oferta por la falta de matrícula, ha disminuido arbitrariamente las horas de clases, obligando a estudiantes a turnarse entre mañana y tarde.

El costo es brutal: 380 horas perdidas al año, equivalentes a 54 días de clases, casi tres meses escolares borrados del calendario. Esta injusta medida ha sido la “respuesta” del Gobierno frente a la falta de oferta educativa.

En teoría, dicen estar garantizando el derecho a la educación; sin embargo, en la práctica, lo hacen bajando el estándar para los más vulnerables. Esto significa menos aprendizajes, mayor riesgo de deserción, droga y delincuencia, y una carga insoportable para sus familias, especialmente para las madres.

Pero la herida más profunda es al futuro: un niño que no logra cubrir siquiera los contenidos mínimos, ¿cómo podrá aspirar a la educación superior? No hay tiempo que perder: cada hora perdida es una oportunidad arrebatada. Estos jóvenes merecen un año escolar completo. Y lo merecen hoy.

María Teresa Romero
María Paz Larraín
Ignacia Godoy
Escuelas Abiertas