Se ha escuchado decir (no en “El Mercurio”) que la clasificatoria mundialista terminada recién es la “peor de la historia” para Chile.
En rigor, es la peor desde que se disputa en el formato de todos contra todos en duelos de ida y vuelta. Es decir, desde 1996, y antes de eso tuvimos resultados peores.
Esto lo digo no para aminorar el desastre vivido durante los últimos dos años, sino solo para precisar un hecho estadístico. Habría sido deseable agregar otro hecho estadístico: la renuncia del directorio en pleno de la ANFP. Hecho estadístico simplemente porque esta renuncia debió producirse hace mucho tiempo.
En ese sentido, es sugerente la carta publicada ayer en este diario, firmada por Osvaldo Band, exvicepresidente de la organización. Recuerda el dirigente que, en 2001, producida la eliminación chilena para el Mundial de 2002, renunció en masa el directorio de entonces, pues el seleccionado marca duramente al desarrollo de la actividad, para bien o para mal. Y sentencia: “Es el momento de que el actual directorio del fútbol chileno acepte su fracaso y tenga la hidalguía de dar un paso al costado para dejar espacio a otras personas que vengan con ideas renovadas”.
Esa debería ser la actitud, pero incluso la renovación directiva parece poco probable, pues se repite con insistencia que el actual presidente pretende que su sucesor sea Jorge Yunge, ahora secretario general. El entramado debe estarse armando para el ascenso del delfín. Además, si llegara gente “con ideas renovadas”, le resultaría difícil poder imponerlas en la zalagarda que es el consejo de presidentes hoy en día.
Aunque el partido clasificatorio final no resuelve nada de lo acontecido en estos últimos dos años, habrá que decir que fue de lo mejor de Chile en todo el proceso. Vale poco, obviamente, haber hecho un buen partido contra un rival ya clasificado, como Uruguay, que llegó con Marcelo Bielsa en la banca, tantos años y tantos triunfos y tantas alegrías después.
Aunque el empate con los orientales no diga mucho, sí puede rescatarse que anduvimos más cerca del triunfo y que aparecen algunos jóvenes que pueden llegar alto. Es valioso, asimismo, que Nicolás Córdova haya asumido una responsabilidad que no le correspondía con entereza y su seriedad característica. A él se le debe calificar por el desempeño de la Sub 20, pero en este desafío respondió.
Es grato, al final de este espinoso camino, quedarse con las palabras de Marcelo Bielsa: “En Chile hay muchos jugadores con posibilidad de crecimiento”. “Yo vería con optimismo el desarrollo del fútbol chileno en los próximos cuatro años. Veo 10, 12 jugadores jóvenes que pueden ser importantes”.
Nos gustaría creer lo que dice Bielsa. Pero antes hay que limpiar la casa.