Cosa 1: ¿Fue autogol de José Tiznado o gol de Diego Valencia? Oficialmente, fue autogol lo que determinó el 2-1 a favor de la Católica sobre Cobresal en el Claro Arena de San Carlos de Apoquindo. Es lo oficial. Ahora, ¿qué es lo real?
Me permito dar mi opinión personal, que es distinta a la oficial y posiblemente contra la mayoritaria. En lo que estamos todos de acuerdo es en que se trata de una acción involuntaria. Eso lo recoge incluso la RAE. Anotemos “acción involuntaria”. “Acción”. Es necesario que haya (la RAE ya acepta “haiga”) una acción. Involuntaria, pero acción. Y esa es la clave que regala el buen sentido. Sin acción no hay autogol.
¿Cuándo se produce esa acción? Normalmente, cuando un defensor intenta despejar y lo que consigue es meterla en su propia puerta. ¿Cuál fue la acción que realizó Tiznado? Ninguna. La pelota, impulsada por Valencia, le dio en la espalda. El defensor de Cobresal ni siquiera veía la pelota. No tuvo ninguna actuación en la jugada, ni siquiera el intento de despejar. Su única participación fue estar en la cancha. Así, no hubo autogol.
A mí, y posiblemente solo a mí, me parece que fue gol de Valencia.
Cosa 2: ¿Debió suspenderse el partido en el Monumental tras la muerte de un hincha? En este caso, la respuesta tiene dos versiones posibles. La primera, la razonable, la normal es “Sí”. No se puede seguir jugando si alguien ha perdido la vida en las graderías. No se puede, no se debe, no se sigue jugando en ninguna parte.
No es justificación para seguir que el fallecido haya estado jugando con su vida irresponsablemente. Porque eso es lo que hizo el hincha que cayó desde las alturas por las que nunca debió trepar. Fue una acción suya, esta vez voluntaria, la que lo mató. Una vida perdida cuando recién pasaba de los 30 años.
Pero hay más. Y es que el tránsito que hacía el hincha es habitual entre sus compañeros. Lo hacen siempre, como el desafío constante de quienes son atraídos por el peligro. Como sucede con algunos deportistas de alto riesgo que suelen ser considerados “valientes” cuando, en realidad, no sienten el miedo (valientes son aquellos capaces de superar el miedo).
La segunda respuesta es “No”. Y en ese caso, tuvo razón Carabineros al desaconsejar la suspensión. ¿Se imagina usted qué habría pasado si se suspende?
La irracionalidad se habría tomado el estadio, los barrios adyacentes y tal vez toda la ciudad. La misma horda que secuestra buses, que destruye propiedad pública y privada, habría salido enardecida.
La misma que tratará de estar, incluyendo a sus mayores de 55, en Santa Laura para la Supercopa.