Señor Director:

Recientemente se ha descrito en su medio la gestación subrogada como una “bella expresión de amor”. Sin embargo, en los hechos, esta práctica implica que una mujer ponga su cuerpo al servicio de un contrato que tiene por objeto la entrega de un niño a terceros. El interés superior del niño exige reconocer que no puede ser tratado como resultado de un contrato ni como objeto de entrega. Pactar la separación inmediata de su madre tras el nacimiento compromete sus derechos y desconoce el valor de ese vínculo originario.

A diferencia de lo que algunos han afirmado, las críticas contra la gestación por subrogación —tanto de la relatora de la ONU como de quienes suscribimos esta carta— no tienen por fin estigmatizar a los niños nacidos a raíz de esta práctica. Ni su dignidad ni la de sus madres está en cuestión. El cuestionamiento recae en una práctica que instrumentaliza a las mujeres y “produce” hijos, como si estos fueran un derecho y no un don. Lo que criticamos es la idea según la cual sería legítimo utilizar a una persona como un mero medio para alcanzar un fin. Ello es contrario a su dignidad.

No es irrelevante que muchas de las voces que hoy promueven la subrogación provengan de quienes lucran con ella. Ese conflicto de interés debiera ser explicitado para transparentar el debate.

Javiera Bellolio; Carmen Domínguez H.;
Simona Cánepa A.; María Sara Rodríguez;
Maite Cereceda M.; Gabriela Caviedes T.;
Carolina Salinas S.; Javiera Corvalán A.;
Ángela Ma. Guevara B.; Rosa Puelma S.