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Editorial
Sábado 30 de agosto de 2025
Modernización de Gendarmería
Lo primordial es que la institución recupere el control interno de todas las cárceles.
En medio de la crisis carcelaria, asumió la titularidad del cargo de director nacional de Gendarmería el coronel Rubén Pérez Riquelme. Tomará bajo su mando un sistema sobrecargado por el hacinamiento de los penales, los que han visto aumentar su población desde los 40 mil presos que tenían hace siete años hasta superar los 60 mil en la actualidad. A este problema estructural, se agregan varias fugas con fuerte repercusión en la opinión pública, en buena medida por la pavorosa situación de inseguridad que vive el país. Pero si estas dificultades ya son importantes, se han conocido denuncias de irregularidades gravísimas en las cárceles, que incluyen problemas novedosos para la experiencia nacional.
En efecto, según ha trascendido de la investigación de un funcionario amenazado, existen en la cárcel de Santiago verdaderas suites para algunos presos, quienes administran bienes y servicios que reciben los internos. Las cámaras de vigilancia han desaparecido, circulan bienes de lujo junto a bebidas alcohólicas de altísimo precio y el gendarme que intervino sufrió ataques en su residencia, cuya ubicación exacta los presos conocieron por la delación de otro gendarme. Todos estos hechos reflejan situaciones que no eran completamente desconocidas en Chile, pero sucedían a un nivel más modesto. Estas nuevas experiencias revelan un hecho que fue descrito por la Fiscalía en su informe sobre el crimen organizado: la llegada al país de organizaciones de delincuentes con un fuerte interés por establecer el dominio carcelario.
La delicada situación que vive Gendarmería ha reanimado el debate sobre su dependencia. Hoy, de acuerdo con líneas tradicionales, forma parte del Ministerio de Justicia, pero la creación de un Ministerio de Seguridad Pública ha planteado el dilema de su ubicación en la institucionalidad. Las evidencias de que el control de las cárceles tiene por objetivo dirigir a las bandas desde los recintos penitenciarios da argumentos para un cambio: difícilmente un ministerio de seguridad podrá garantizar sus tareas si queda al margen de estos verdaderos centros de organización de la delincuencia.
En las circunstancias actuales, con todo, lo primordial parece ser que Gendarmería recupere el control interno de todas las cárceles. Para ello la inteligencia carcelaria es fundamental y el nuevo director, quien tiene amplia experiencia en este campo, deberá organizar esta área, para lo cual serán necesarios más recursos. Si la construcción de cárceles trae a la mente de todos la necesidad de gastar para obtenerlas, la inteligencia, tal vez por su carácter más abstracto, no es igualmente asociada al gasto. Pero sin los presupuestos apropiados no será posible conseguir resultados. Por cierto, será necesario también establecer un sistema de control sobre los usos de los recursos, pues han recrudecido las denuncias anónimas de corrupción.
Las tareas del nuevo director no son pocas ni de menor importancia. Cabe esperar que los candidatos presidenciales le den al tema el peso que merece en sus preocupaciones y sus programas.