Estados Unidos declara al Cartel de los Soles como organización terrorista. Duplica la recompensa por información que lleve a capturar a Nicolás Maduro, acusado de liderar la banda. Donald Trump firma una orden ejecutiva que autoriza usar la fuerza militar para perseguir a narcotraficantes fuera de las fronteras. Nicolás Maduro advierte: “No se atrevan, que puede ser el inicio del fin del imperio”. Sus militares lo secundan: “No aceptamos insolentes ultimátums de potencias extranjeras”.
Y desde Colombia, Gustavo Petro sale en su defensa, replicando en su cuenta de “X” su prohibición a las fuerzas armadas de participar en una “operación militar que no tenga la aprobación de los países hermanos”, porque es una “agresión contra América Latina y el Caribe”. Luego sube un video de un general venezolano con su tropa jurando lealtad a Maduro, y con un mensaje que alude a un “ejército que quede en lo que fue la Gran Colombia”. Maduro recoge al vuelo el comentario y lo invita a integrar las fuerzas de ambos países, “para crear un territorio libre de violencia”. Ahí Petro parece retroceder: se trata solo de “articular” no fusionar las FF.AA., una cooperación en la lucha contra el narcotráfico, “conveniente para ambos países”.
Petro y Maduro se unen en el rechazo a la política exterior arrogante y matonesca de Trump, pero el Presidente de Colombia parece olvidar que el venezolano no es un buen aliado. ¿O no le importa? Su actitud hace dudar de cuál era su intención cuando exigió las actas electorales para reconocer el fraudulento triunfo del chavista, porque con este apoyo le reconoce legitimidad. Todo vale cuando se trata de enfrentar el “imperialismo”, incluso obviar la acusación que en mayo le hizo Diosdado Cabello, de que mercenarios cruzaban la frontera para atentar contra Maduro, denuncia que provocó tensiones y la suspensión de vuelos entre ambas capitales. En julio, el jefe de gabinete de Petro, Alfredo Saade, firmó con la vicepresidenta venezolana un memorándum de entendimiento para crear una zona económica binacional en la frontera común. ¿Preludio de un proyecto de integración con la Venezuela chavista? “El comienzo de un sueño que inició Bolívar, continuó Chávez y que tienen ahora los presidentes Maduro y Petro”, dijo Saade en la ocasión.
Un año le queda a Petro en el gobierno, y es difícil que la izquierda pueda seguir gobernando más allá de ese plazo. El exguerrillero no desalienta a sus cercanos que quieren modificar la Constitución para habilitar la reelección. ¿Querrá seguir el camino de su vecino? Su baja popularidad no le permitiría una jugada de ese tipo. Por eso, quizás, promueve la candidatura de su amigo Daniel Quintero, exalcalde bogotano que acaba de clavar una bandera colombiana en una isla amazónica peruana para reclamar soberanía. Un conflicto con el que aviva el nacionalismo, tal como lo hace Maduro con el Esequibo de Guyana, pero agrava la polarización que sufre la sociedad colombiana.