Carlos Peña reclama por la dificultad de argumentar con tecnicismos en estos tiempos electorales, tiempos en los que domina la emocionalidad y las sobreinterpretaciones, en vez de la racionalidad. Él clama por esa cordura, ya que sería urgente para una sana deliberación pública. Sin embargo, la discusión sobre los dichos del candidato presidencial José Antonio Kast, se inició acá porque él hizo justamente lo contrario: no los analizó literal y racionalmente, sino que los interpretó desde una especie de psicoanálisis.
La idea de Kast de buscar mejorar la vida de los chilenos a través de leyes, pero también por la vía reglamentaria, por la simple acción, por la aplicación de leyes, y por tantas otras más vías que no necesitan del Congreso, sería técnicamente impecable, pero peligrosa en la realidad. Según Peña, y a pesar de que Kast ni siquiera nombró la palabra decreto, al mencionar estas ideas, “su inconsciente habló y casi insinuó que no necesitaría el Congreso”, lo que sería “grave…[porque nos devela] su pretensión de gobernar por decreto… Ha dejado ver su rendija autoritaria… y, en el fondo, late en él un espíritu iliberal”.
No voy a repetir lo que ya escribí en este diario el jueves, sobre lo evidentemente inofensivas de las palabras de Kast si se analizan racionalmente, de buena fe, y considerando el contexto del evento donde lo dijo. Más aún si consideramos esta época donde el deprimente término “permisología” copa los titulares y, más doblemente aún, si Evelyn Matthei dijo exactamente lo mismo, el mismo día y en el mismo lugar, y nadie hizo una alharaca —y la mano derecha de Jeannette Jara, Daniel Núñez, también dijo lo mismo, hace unas semanas (pero incluso explicitando que utilizaría decretos).
Carlos Peña, sin embargo, vuelve a la carga. Primero, revisa algo de historia y la técnica jurídica de los decretos y, luego, insiste sobre lo evidente de la peligrosidad de los dichos de Kast, ahora ya no apelando a su inconsciente, sino a que Kast “ha sido apoyado por quienes catalogan a la derecha liberal, [como] ‘derecha cobarde'”, y a que asistió a un evento conservador fundado por los conservadores estadounidenses en 1974, pero cuyo anfitrión presidencial este año, 2025, habría “aprobado leyes para gobernar por decreto”.
La racionalidad, según Peña, a la hora de analizar las candidaturas de Kast, Matthei o Jara, entonces ya no tiene que ser aplicada a sus dichos contextualizados o a su ideología —recuerden que Peña ha insistido en que no importa la ideología comunista de Jara, ideología que de hecho trae implícita la idea de gobernar por decreto, sino que lo que importa es su programa y su coalición—, sino a analizar atentamente lo que dicen o gritan sus votantes y a pasar revista a quienes hacen de anfitriones a sus comidas, fiestas o eventos. Y de paso, tenemos que espantarnos por quienes muestran la voluntad de hacer aplicables las leyes, como, por ejemplo, acaba de hacer recién Dorothy Pérez.
Fernando Claro
Director ejecutivo Fundación para el Progreso