“Mamá, si estás leyendo esto, cierra el libro inmediatamente. Hay escenas que te traumatizarían de por vida”. Así es la dedicatoria a su madre —¿con cariño o instinto comercial?— que incluye la escritora Ana Huang en su saga “Twisted”. Calificada como “la autora más hot de TikTok”, sus libros son parte del exitoso género de “erótica juvenil”. En librerías se suelen recomendar para lectores (sobre todo mujeres) de 15 en adelante, pero los piden niñas cada vez más jóvenes, desde los 12 o 13 años.

Seguramente ellas —y ellos— ya habrán cantado encendidas letras de reguetón y observado explosivos videoclips. O se habrán asomado a terrenos pantanosos en las redes sociales. Como dice Gail Dines en su ensayo Pornland, “ya no tenemos que ir al porno para conseguirlo. Nos llega, independiente de que lo queramos o de que seamos conscientes de ello”.

El psicólogo social Jonathan Haidt, autor de “La generación ansiosa” —libro recomendado por Bill Gates y Barack Obama, a quienes nadie calificaría de “pacatos”—, me contaba en una entrevista para “El Mercurio” que “muchos chicos crecen viendo pornografía dura y masturbándose todos los días durante años. ¿Tendrán alguna interferencia en su capacidad para formar una relación? Aún no hay suficientes datos, pero mi predicción es que sí interfiere. Los jóvenes tienen hoy menos tiempo y motivos para tener novia, pues hay muchas cosas que consumir en las redes sociales. Mientras, la pornografía se optimiza con algoritmos, para que sean las escenas más eróticas las que recibe en su pantalla”.

Y si bien la presencia de pornografía o sexo explícito en las redes no es algo tan desconocido, rara vez se comenta el creciente erotismo en muchos (no todos) de los libros “juveniles”. En este campo, hay géneros que se entrecruzan —varios surgidos de la plataforma Wattpad—, que hoy viven un explosivo auge, como el “romantasy” (romance + fantasía). También el “dark romance”, historias de amor con temáticas sombrías o tóxicas, que a veces incluyen sumisión o maltrato femenino.

“Es una manera segura de explorar cosas que no quisiera experimentar en la vida real”, ha dicho Ana Huang. “Lo que sea, pero sabes que es fantasía, como lo son los vampiros y licántropos o las brujas”, agrega otra escritora. Sea con dragones o con humanos, se buscan libros “spycy” y por eso el hashtag #spicybooks es clave en Instagram y sobre todo en TikTok.

Es hora de conversar sobre este fenómeno, que muchos padres desconocen (a veces nos felicitamos de ver a los hijos con un libro, sin saber nada de su contenido). Algunas portadas tampoco ayudan. En una librería hojeo el primer tomo de “Blackbird Academy”, con título gótico y estética medieval, similar a Harry Potter. Pero su trama de demonios y sexo explícito no lo es. Y no hay que ser adivino ni beato para saber que su lectura puede afectar a lectores de 12, 14 o 16 años, aún sin criterio suficiente. La hipersexualización es solo uno de los posibles coletazos.

La niñez deja huellas hondas en casi todos los seres humanos. Dicen que Rilke escribió que “la verdadera patria del hombre es la infancia”. No sé si fue el autor, pero la frase encierra mucha verdad. Protejamos a la infancia, cada vez más corta y amenazada.