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Cartas
Jueves 19 de junio de 2025
La potencia del perdón
Señor Director:
A propósito de las reacciones a mi carta sobre la potencia del perdón, quisiera comentar y agradecer los comentarios de Jorge Molina, Ana María Stuven y Alicia Ruiz-Tagle. Asimismo, recojo un pronunciamiento de la agrupación de ex prisioneras políticas de la dictadura que critica mi carta en torno al tema.
Todas estas cartas, aunque distintas, coinciden en un punto clave que yo reafirmo: el perdón solo tiene sentido en el ámbito íntimo y personal, no puede ser forzado ni impuesto por ley. También es cierto que otras opciones no son menos válidas moralmente, como la búsqueda de la justicia y la verdad. El punto es que a mi juicio tal búsqueda, necesaria y legítima, habiendo transcurrido varias décadas y habiéndose obtenido resultados tangibles, aunque nunca definitivos, puede prolongar efectos negativos sobre las personas; en efecto, se extiende por décadas y condiciona la vida no solo de las víctimas directas y sus familiares inmediatos, sino también de sus descendientes.
Entonces, tras medio siglo, los dolores siguen vigentes, esta vez encarnados por generaciones posteriores en un círculo eterno de incomprensión y rencor.
Creo importante que la palabra perdón deje de estar censurada en el debate sobre los derechos humanos. Sin embargo, como bien dice el filósofo francés Jacques Derrida, el perdón es una aporía, esto es, una dificultad lógica irresoluble, ya que el perdón que tiene sentido —el que verdaderamente vale— es justamente aquel que se extiende sobre lo imperdonable. Por eso se trata de un acto en extremo gratuito, de suprema capacidad de empatizar con el otro, de soberanía personal e íntima, en cierta forma de liberación, aunque no de olvido.
Algunos han creído ver en mi carta la idea de la amnistía para liberar a los presos del penal de Punta Peuco. Lo digo claramente: no es mi posición. Sí, en cambio, comparto que la justicia debe ser reparadora y compasiva, con las víctimas y con todos los presos enfermos terminales o en edad avanzada, sean estos condenados por crímenes de lesa humanidad o causas penales comunes.
Ricardo Brodsky