El domingo pasado se corrió la maratón de Santiago. Un espectáculo maravilloso, con miles de atletas corriendo por las calles de la capital. La ocasión deportiva sirvió para que expertos en deportes y en lenguaje nos aclararan a los ignorantes que debemos decir “el maratón” y no “la maratón”.
Durante mi carrera (periodística y no atlética) la he llamado “la”. ¿Por qué? Porque sí. O por costumbre, como usted quiera. Porque es “la prueba”, “la distancia”, “la competencia”.
Como sea, hasta la RAE, con la que tengo serias diferencias y le creo poco o nada, me da razón en este caso y dice que se puede decir de las dos maneras. Usted elige: la o el maratón. (Algo parecido me sucedió durante años con “nortino” y “norteño”. La primera me la cambiaban los correctores de pruebas de hace 60 años. Pero también aquí la Real Academia me respalda y la reconoce como expresión de Chile, que es donde nací y vivo, por lo que seguí usándola hasta hoy).
Otra expresión que sí es reprochable es la que usan muchos colegas míos (supongo que lo son) que anuncian que tal equipo “me medirá ante” este otro en tal estadio. ¿Cómo que se medirá “ante”? Es decir que Unión los Lirios se medirá “ante” Los Conejos en el estadio municipal de Aquí Mismo.
No entiendo cuando lo escucho en la radio o en la televisión. Significaría que los jugadores de Los Lirios se medirán unos a otros, con huinchas de medir (flexómetros), mientras observan sus rivales de Los Conejos y los 200 espectadores. No, pues, eso es ridículo. Se medirán entre los equipos para ver cuál es más grande. Si gana Los Lirios 3 a 0, es mucho más alto. Si gana 1-0 es apenas más alto. Y si empatan, bueno…
En general, el periodismo de deportes (conocido también como “deportivo”, aunque haya especialistas lidiando con la obesidad), ofrece muchas expresiones discutibles cuando no derechamente prohibibles.
Hago estas reflexiones sobre el buen decir y el mal decir porque estoy pensando en qué adjetivo se puede usar para retratar con alguna exactitud lo que está pasando en (o con) Colo Colo. Usted puede elegir porque todas son posibles.
Desastre. Ridículo. Bochornoso. Debacle. Tragedia. Hecatombe. Todas sirven. (No pueden usarse “increíble” ni “sorprendente” porque en el fútbol chileno nada es increíble y nada nos sorprende).
Su jugador mejor pagado trota en la cancha y afuera fomenta apuestas. La directiva decide despedir a su entrenador, pero no tiene cómo financiar el costo del despido. Sus hinchas radicales ganan para la institución castigos que significan importante sangría económica. Su plantel mayor recibe doce goles en tres partidos. La empresa que lo gerencia está dividida en dos bloques irreconciliables. Su primer equipo, que fue armado para ganar todos los torneos, lucha apenas por mejorar en el campeonato local.
Usted elija la palabra que quiera. Y la Real Academia lo respaldará.