Señor Director:

En un acto sin precedentes, se ha profanado la tumba de la Dra. Ernestina Pérez en el Cementerio General. Por razones culturales impresas en la humanidad desde miles de años, violar un recuerdo fúnebre ha significado desde siempre una ofensa a la memoria de quien allí descansa.

La Dra. Pérez Barahona fue la segunda mujer en graduarse como médico, en 1887, días después de Eloísa Díaz, y se dedicó a la Ginecología, en un tiempo en que la profesión estaba vedada para ellas hasta el Decreto Amunátegui: “Se declara que las mujeres deben ser admitidas a rendir exámenes para obtener títulos profesionales con tal que ellas se sometan a las mismas disposiciones a que están sujetos los hombres”.

El camino hacia la equidad ha sido duro, y heroínas como Ernestina merecen, como mínimo, poner su nombre a un hospital.

Dr. Jaime Mañalich