Señor Director:

A poco más de un mes de la tragedia del estadio Monumental que costó la vida a un niño y a una joven, casi lo único que resuena en los medios es la acusación constitucional contra el delegado presidencial Gonzalo Durán. No me pronuncio acerca de si dicha acusación tiene sustento jurídico o no. Lo que me preocupa es que se esté usando a Durán como chivo expiatorio sobre el cual descargar las culpas de quienes llevaban años, durante este gobierno y los anteriores, actuando con negligencia frente a hechos que, salvo el desenlace fatal, fueron tanto o más graves que los recientes.

Me limito a recordar uno que viví en primera persona. Para un partido entre Colo Colo y Curicó Unido del 9 de octubre de 2022, se había anunciado por las redes una “avalancha” para forzar la entrada, al igual que el día de la tragedia. Las fuerzas policiales lograron contener la embestida, usando —de nuevo, al igual que el día de la tragedia— carros lanzagua y lanzagases. Entonces los delincuentes encendieron barricadas en las calles y, junto con eso, se trasladaron a un mall cercano, en cuyo estacionamiento volvieron a prender fuego. Mi hijo de doce años y yo, que habíamos estacionado en ese lugar por creer que sería más seguro, tuvimos que permanecer encerrados ahí por varias horas.

Fue entonces cuando decidí —tardíamente, lo reconozco— que no volvería al estadio y tuve la certeza de que pronto alguien iba a morir. Por eso, no fue premonición cuando, más adelante, escribí en este medio (“Jugar con sangre”, 14 de febrero de 2024): “¿Qué están esperando las autoridades y los dirigentes del fútbol para tomar medidas radicales? (...) ¿Una avalancha humana letal? ¿Que muera un niño? Dios no lo permita, pero sus manos estarán manchadas con sangre. (…) Ya lo saben perfectamente”.

¿Y los que antes fueron cómplices cobardes son ahora jueces severos? Cuanto más hablan y más se apresuran a endurecer las medidas, tanto más culpables se muestran por su silencio y negligencia del pasado. ¿Y Durán será el único acusado?

Santiago Orrego
Instituto de Filosofía UC