El equipo blanco está en crisis. No hay dudas. Pese a que hace poco tiempo su entrenador se paseaba con un puro en la boca como dándoselas de dueño del mundo a raíz de la obtención de un título, hoy esos mismos hinchas que lo adoraron, le prendieron velas, lo elevaron a la categoría de héroe, lo quieren ven lo más pronto posible fuera de su amado club, porque hoy los resultados no acompañan y la escuadra no juega a nada. No hay propuesta, así que el DT es el culpable. Debe irse.
Lo mismo con los jugadores que ayer no más eran ídolos, postulantes a semidioses y que ahora no le dan a una. No hay quién se salve. Ni liderazgo hay. Al capitán le queda grande la nominación. Aunque venga de las inferiores, hoy no representa la dignidad de la camiseta blanca.
Sí, así están las cosas en Real Madrid. Y claro, por si alguien pensaba en otro ejemplo, así también lo están en Colo Colo, lo que lleva a una conclusión más o menos lógica, pero difícil de asumir: un equipo grande, en cualquier liga y en cualquier momento, vive momentos duros, de dudas. O como nos gusta decir a los periodistas (y enerva a los entrenadores y futbolistas), de fracasos.
Es cosa de detenerse un poco a pensar.
En Inglaterra, hace pocos meses y tras una serie de derrotas que lo dejaron fuera de la Champions League y de la disputa del título de la Premier League, el mismísimo Manchester City de Josep Guardiola pasó por una crisis tal que hubo quienes se pasaron varios pueblos y hasta cuestionaron la capacidad del entrenador más importante y esencial en lo que va del siglo XXI.
Más cerca, cruzando la cordillera, es cosa de ver lo que está pasando en Boca Juniors, que hoy está metido en un enjuague político-directivo causado por la egocéntrica figura de uno de sus máximos ídolos que cree que La Bombonera es el patio de su casa y juega a los soldaditos en él.
Claro, mal de muchos…
Pero es cierto. Que Colo Colo esté pasando hoy por un momento horrible en lo deportivo no es algo que le sea extraño a un equipo, aunque sea uno de los grandes de su liga. Se da porque los ciclos deportivos son así e imposibles de detener.
Y Colo Colo está viviendo la parte baja de la curva porque no solo no están consiguiendo puntos y objetivos competitivos, sino que a ello suman que realmente el equipo está jugando muy mal. Pésimo.
Lo que extraña sí es que, al menos en el discurso público, nadie parece saber por qué un equipo que el año pasado jugaba a algo hoy, incluso con refuerzos de nivel para la realidad local, es incapaz de mantener la pelota entre los del mismo color, perder casi todos los duelos individuales, ser extraordinariamente ineficaz frente al arco contrario y parecer un flan cuando lo atacan.
Que el DT Jorge Almirón asuma toda la responsabilidad en las conferencias de prensa o que el capitán Esteban Pavez reconozca la vergüenza que él y sus compañeros sienten por este “mal momento” son puro humo. El tema no es hacerse la víctima, autoinmolarse o hacerse un harakiri ante los hinchas.
Hay que buscar soluciones, hacer cambios, renovar conceptos.
Así salen los equipos grandes de sus crisis.