La última encuesta CEP muestra una visión más bien pesimista de la realidad económica. Una mayoría importante considera que su situación económica no es buena, y que el país está estancado o en decadencia. Las razones pueden ser muchas, pero seguramente la sensación de inseguridad y la falta de oportunidades van haciendo mella. Sin embargo, hay esperanza, y este pesimismo generalizado puede ser exagerado; por primera vez en varias décadas, todos los candidatos presidenciales declaran que el crecimiento será un eje fundamental de sus gobiernos.
Ese no fue el caso en elecciones anteriores. El primer gobierno de la Presidenta Bachelet y con más claridad los gobiernos del Presidente Piñera tuvieron en su ADN dinamizar la economía, pero el crecimiento perdió relevancia en el segundo gobierno de Bachelet, y no estuvo en las prioridades de la actual administración, como ha sido reconocido por sus propios líderes.
Pero los chilenos están volviendo a levantar el tema y los políticos parecen estar acogiéndolo. Enhorabuena. En la derecha, Johannes Kaiser ha dicho que el país se está empobreciendo y que su eje es dejar atrás el estancamiento, y José Antonio Kast ha manifestado explícitamente que la reactivación económica es una de sus prioridades. Evelyn Matthei también ha puesto el crecimiento dentro de sus ejes programáticos, enfatizando que “es la mejor forma en que las familias progresen en forma digna y es la mejor forma también de recaudar impuestos”.
Las prioridades de Carolina Tohá no parecen muy diferentes. Sus lineamientos programáticos destacan que “la aspiración de alcanzar el desarrollo sigue enraizada en la ciudadanía y será retomada con fuerza en nuestro gobierno”, agregando que “el crecimiento económico es el instrumento más poderoso para atender las demandas sociales”. Gonzalo Winter declaró tajantemente que lo primero que haría siendo Presidente sería “convocar a un Consejo del Crecimiento Económico del 2050”, y hasta Jeannette Jara ha manifestado que hay un diagnóstico compartido sobre la necesidad de fomentar el dinamismo económico. ¿Cómo no esperanzarse?
Por cierto, otra cosa es con guitarra, y en el área chica son varios los que se marean con propuestas tan creativas como fracasadas. Algo así como la Estrategia Nacional del Litio. Para avanzar y aterrizar estas promesas, sería razonable un compromiso público de los candidatos para que, en cada proyecto de ley y propuesta, la primera pregunta a responder sea cómo este proyecto potencia la productividad, el ahorro y el trabajo. Si de verdad se quiere generar oportunidades de desarrollo, lo demás es música.