Existe un consenso nacional en que el país, en estos difíciles momentos, debe crecer y generar empleo. Para ello, es fundamental una mayor inversión y, por lo tanto, debemos dar certeza jurídica a los inversionistas, estabilidad tributaria y un país seguro, en paz y sin violencia.
Sabemos que el sector minero tiene programadas para los próximos años cuantiosas sumas de inversión y que el sector agroalimentario podría crecer muchísimo si se logran firmar los tratados de libre comercio que están en negociación con países del Asia Pacífico y la India. También son perfectamente posibles inversiones en el sector forestal, pero las mismas, al igual que las anteriores, están sujetas a aprobaciones medioambientales que siempre son analizadas con un perfil ideológico, político y no realista. Esto conlleva que muchos de estos proyectos no se puedan materializar, implicando un grave daño para nuestro país.
Para ejecutar los proyectos pendientes, se requiere que el país cuente con infraestructura moderna. No podremos exportar nuestros productos si no contamos con puertos de primer orden y acceso expedito a los mismos. Es absolutamente necesario contar con accesos ferroviarios a ellos, de modo que en vez del 5% de carga que hoy se lleva a los puertos, se llegue al 40%. Esta será la única forma de descongestionar el sistema vial.
Desde el año 2014 venimos hablando del Puerto Mayor de San Antonio, todavía estamos a la espera. En ferrocarriles es absolutamente necesario tener acceso directo con nuevos trazados a los puertos de Valparaíso y San Antonio. Del mismo modo, tenemos que impulsar y apurar el corredor bioceánico por el norte de Chile hacia Brasil, Paraguay y Argentina. También en el sur tener acceso fluido al puerto de Coronel, para productos argentinos.
Además, es importante destacar el daño inmenso que se le causa a Chile, al no proceder eficientemente al tratamiento de las basuras. Todos los cálculos que se han efectuado en esta materia señalan que el año 2028 nuestros vertederos estarán colapsados.
Hoy en día circulan por nuestras calles y autopistas millares de vehículos recolectores de basura, aumentando la congestión vial y emitiendo gases contaminantes. En las bermas de muchas de nuestras autopistas podemos ver enorme cantidad de basura sin recolectar, transformándose de hecho en vertederos irregulares. En el norte de Chile se reciben containers, supuestamente con ropa usada, pero no es así. Se trata de basura que llevan al desierto para quemarla.
Nuestros aeropuertos tienen el peligro permanente de suspensión parcial de vuelos, tanto de despegue como aterrizaje, por bandadas de pájaros que circulan en su cercanía, debido a los basurales que hay alrededor.
En fin, esta situación es insostenible si no actuamos ahora en forma eficiente. El Estado chileno, a través de las municipalidades, gasta hoy más de US$ 500 millones al año en este problema. Esta suma, si no hacemos algo a tiempo, aumentará con creces en los próximos años. Podemos transformar este grave problema en una oportunidad.
Hoy día existen tecnologías modernas que a altas temperaturas queman estos elementos y generan electricidad, de modo que las municipalidades, en lugar de incurrir en gastos, reporten importantes sumas de ingresos. Para lo anterior, se deben concesionar las basuras, al igual como se hizo con el agua potable y alcantarillado, de modo que los privados hagan estas inversiones de largo plazo, aliviando la inversión de recursos por parte del Estado.
Debemos actuar ahora, mañana será tarde.
Juan Eduardo Errázuriz