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Editorial
Miércoles 07 de mayo de 2025
¿Undurraga vs. la DC?
El gesto del timonel partidario llega con 12 años de retraso.
El Tribunal Supremo de la Democracia Cristiana (DC) declaró la cesación de la candidatura presidencial del timonel partidario, Alberto Undurraga, pues —según dictaminó— ella estaba supeditada a su participación en primarias legales, lo que finalmente no ocurrió, luego del vencimiento del plazo de inscripción, el pasado 30 de abril. El episodio, con tintes de bochorno, refleja las dudas que existen al interior del propio partido respecto de la aventura presidencial de Undurraga: mientras el timonel insiste en ella —al punto que la directiva convocó a una Junta Nacional para este fin de semana, en la idea de relanzar la postulación—, otro sector es partidario de bajar los brazos y respaldar desde ya a Carolina Tohá (PPD).
En esta discusión se cruzan las consideraciones electorales con las ideológicas. Particularmente entre los congresistas del partido, cunde el temor de que amarrarse a una candidatura presidencial que no remonta en las encuestas puede llevar a una debacle en la elección parlamentaria, más aún si no logran construir un pacto con el oficialismo. Undurraga, por su parte, insiste en que la DC debe marcar una diferencia respecto del Partido Comunista y el Frente Amplio, y que habiendo fracasado la idea de una primaria de la centroizquierda en la que participaran la falange y el Socialismo Democrático (SD), no queda más que insistir en el camino propio en materia presidencial y, al mismo tiempo, seguir buscando un pacto parlamentario con el SD.
Hay un valor en el gesto del timonel DC, en cuanto a establecer claramente dónde están los límites posibles de las alianzas políticas para el centro. Sin embargo, ese gesto llega con 12 años de tardanza. El estado casi terminal en que se encuentra hoy el partido es en parte producto, precisamente, de no haber marcado esa distancia a tiempo, cuando se conformó la Nueva Mayoría, en 2013. Haberse aliado con el Partido Comunista, una fuerza que representó siempre el némesis de la DC, significó una claudicación que dio pie a la decadencia falangista. Intentos posteriores por recuperar su identidad terminaron naufragando con el estallido de 2019, cuando el partido no resistió la ola radicalizadora y las posturas de muchos de sus dirigentes se volvieron casi indistinguibles de la izquierda más extrema. El apoyo al proyecto constitucional de la Convención marcó el punto cúlmine de aquello y generó la última oleada masiva de renuncias, incluidas figuras históricas y algunos de sus cuadros técnicos más destacados.
Desde que asumió, en 2022, Undurraga ha intentado recomponer un partido desangrado. En ese esfuerzo, se ha empeñado por recuperar algo del antiguo espíritu centrista y situarse en un espacio distinto del oficialismo y de la oposición. En los hechos, sin embargo, ha terminado alineándose repetidamente con la izquierda, restando credibilidad a ese discurso. Y es que su actual rechazo a ser parte de una primaria en la que compite el Partido Comunista contrasta con el hecho de haber suscrito el año pasado un pacto municipal con todo el oficialismo, incluido el PC. Podrá decirse que aquello fue motivado por el realismo, en la idea de evitar una debacle electoral, pero es ese mismo miedo el que ahora lleva a una parte de la dirigencia a poner en duda la candidatura del propio Undurraga.