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Editorial
Domingo 20 de abril de 2025
La carga de representar al Gobierno
Difícilmente quienes forman parte de una coalición de gobierno, que no tiene mayores logros que mostrar en ámbitos tan sensibles como la economía o la crisis de seguridad, recibirán ahora la confianza de la ciudadanía.
Mientras el país enfrenta uno de los mayores desafíos económicos en décadas —que obliga a hacer ajustes significativos en el gasto público—, con una crisis en el comercio internacional en ciernes que amenaza las bases de nuestro modelo de desarrollo, paradójicamente en el debate político pareciera no aquilatarse la gravedad de lo que está en juego y, en cambio, autoridades y dirigentes prefieren centrarse en aquellas materias que les puedan dar réditos partidistas de corto plazo.
En este año electoral, el Presidente de la República y algunos de sus ministros parecen más interesados en arremeter contra la principal carta presidencial de la oposición, seguir con desvelo cada una de sus declaraciones buscando los puntos débiles a los cuales sacarles provecho, que en articular las mejores estrategias en defensa de los intereses del país.
La insistencia, por ejemplo, del Presidente Boric en criticar en términos personales a Trump sugiere que, al menos hasta hace pocos días, la profundidad de la crisis internacional no había sido internalizada por La Moneda. El usar las redes sociales para emitir comentarios y compartir videos cuidadosamente seleccionados y editados para debilitar la candidatura de Evelyn Matthei da cuenta del grado de distorsión de las prioridades del mandatario y de su incapacidad ya crónica de “habitar el cargo” como jefe de Estado.
Por otro lado, según muestran todas las encuestas, las posibilidades presidenciales del oficialismo parten cuesta arriba por la alta y consistente desaprobación de la gestión del Gobierno. A la inseguridad que se percibe como el principal problema que tiene el país, se suma el estancamiento económico y el déficit fiscal que ya era una realidad antes de precipitarse la guerra arancelaria. Difícilmente quienes forman parte de una coalición de gobierno, que no tiene mayores logros que mostrar en estos ámbitos, recibirán ahora la confianza de la ciudadanía.
La debilidad de las precandidaturas de la izquierda quedó de manifiesto en la reunión de esta semana a la que convocó la expresidenta Michelle Bachelet. Más allá de los llamados de la exmandataria a bajar el tono de las disputas, a hacer una campaña “buena onda” y construir un proyecto común, lo cierto es que las imágenes daban cuenta sobre todo de la falta de liderazgo de las distintas alternativas que presentan los partidos, de su necesidad de tener que obtener una especie de aprobación de quien sí parece capaz de unir a todo el sector. Y es que a pesar de sus negativas, el fantasma de una eventual candidatura de Bachelet sigue sin esfumarse del todo.
A ello se agrega la inentendible decisión del Comité Central del PS de levantar la candidatura de Paulina Vodanovic en lugar de apoyar a Carolina Tohá, quien aparece con las mejores opciones dentro del Socialismo Democrático. De esta forma, figuras que en otras oportunidades han mostrado notable capacidad política pueden terminar conduciendo a este sector a un escenario en que arriesga perpetuar la condición de actor secundario frente a la izquierda más dura. Y es que gracias a esa resolución las posibilidades de que gane en las primarias Jeannette Jara (PC) o Gonzalo Winter (FA) solo se acrecientan. Se puede estar frente a un error histórico, como han advertido distintos analistas.
Errores no forzados en la oposición
Con todo, unas primarias abiertas y competitivas del oficialismo, sumado a la división y recurrentes errores de la oposición podrían, a pesar de todo, abrirle espacio a la izquierda para conseguir un éxito parlamentario e incluso presidencial. Ya es un hecho que Kast y Kaiser no irán a primarias con Chile Vamos y tendrán, además, su propia lista de candidatos al Congreso (esta semana republicanos, libertarios y socialcristianos anunciaron un pacto parlamentario que competirá con el que integren la UDI, RN y Evópoli). Es como si la oposición se empecinara en autogenerarse dificultades —una especie de boicot a la necesidad de alcanzar las mayorías indispensables para cambiar la deriva de deterioro que sufre el país—, justo cuando la ciudadanía parece compartir los puntos centrales de un proyecto político que privilegia ideas más cercanas a la derecha.
Ello sin considerar los errores no forzados en que ha caído en los últimos días la candidatura de Evelyn Matthei, la principal carta presidencial del sector. Un mejor diseño de su campaña, incluyendo un equipo que le permita evitar una exposición innecesaria, salir de polémicas inconducentes que solo la perjudican, sigue siendo una tarea pendiente.
De otro lado, si bien en principio es bienvenida la realización de una primaria presidencial en Chile Vamos, sorprende la improvisación y falta de consistencia de que dan cuenta los últimos sucesos.
Si los órganos máximos partidarios de RN y Evópoli proclamaron la candidatura de Matthei, no se entiende que militantes suyos con la supuesta aprobación de sus partidos renuncien ahora para competir contra ella (ya lo hizo el senador Chahuán). Más aún cuando los argumentos que se han dado sean en sí mismos un sinsentido: “Estoy disponible para competir en la primaria de Chile Vamos pensando en cómo fortalecemos a nuestra candidata, a mi candidata Evelyn Matthei”, sostuvo el senador esta semana. Los riesgos de la confusión en el mensaje son demasiado evidentes.