La pésima actuación de Chile en las eliminatorias —porque esto se mide por resultados y no por eventuales “mejoras” de rendimiento en un partido— que tiene a la Roja cerca de quedar fuera del próximo Mundial, lamentablemente provoca un efecto emocional poco manejable: la desesperación.
Ante la evidente crisis que ha provocado la inoperancia y mediocridad de quienes conducen el fútbol chileno, el medio —que se puede resumir como aquellos a los que les importa lo que está pasando pero que no tienen las herramientas para provocar cambios— comienza a aferrarse a débiles y poco sustanciales tablas de salvación.
Es cosa de mirar y escuchar lo que se ha dicho en las últimas horas en las redes sociales y en los medios tras el meritorio e histórico triunfo de la selección Sub 17 sobre Argentina en el Sudamericano de Colombia.
No pocos consideran que este equipo dirigido por Sebastián Miranda debe ser la base de la Roja que comenzará el nuevo proceso tras Gareca e incluso varios piensan que ahora ya jugadores como Zidane Yáñez están listos paran dar el salto no a la Sub 20 que jugará este año al Mundial y eventualmente a los últimos juegos eliminatorios de este año. Eso sin un plan concreto de cambio en el trabajo de las series menores y un aumento de competividad en ellas. Solamente porque parece que es la mejor forma de provocar cambios.
No es todo.
La desesperanza que ha producido la selección adulta promueve sueños un tanto exagerados para los equipos chilenos que jugarán la Copa Libertadores.
Es cierto que Colo Colo y Universidad de Chile, en el comienzo de su participación copera, exhiben ciertos méritos que hacen pensar que podrán competir.
Los albos se reforzaron relativamente bien de acuerdo a sus posibilidades económicas y ya, bajo la mano de Jorge Almirón probaron que pueden igualar ciertas marcas a nivel continental.
Los azules, por su lado, tienen un fondo futbolístico que les funciona incluso ante eventuales ausencias, y que ahora el DT Gustavo Álvarez tenga para elegir creadores y finiquitadores es bueno y alienta esperanzas.
Todo eso puede ser cierto en el ideario colectivo. Pero traspasarles a Colo Colo y a la U la responsabilidad de la reivindicación del fútbol chileno es más que exagerado, una tontería. Sería repetir el error que nos ha llevado donde estamos.
Entregarle toda la responsabilidad de conseguir logros a un grupo de jugadores que nos parecen “buenos”, jugar todas las cartas armando equipos que uno supone pueden funcionar a niveles distintos de los que se está acostumbrado, seguir con un discurso desafiante que no tiene más sustento que la arrogancia, y no estructurar siquiera un verdadero plan en vez de dedicarse a tirar humo, es la mejor manera de quedarse un buen rato más en el barro.
Ya estamos cansados de eso. Es hora de cambiar la estrategia.