No se sabe bien a quién se le puede atribuir la máxima, pero casi todos están de acuerdo con que “la fascinación del fútbol está en lo fácil y clara que son sus reglas”.
Salvo la regla 11 —la del fuera de juego— todas las normas del balompié (17 en total) son de claro entendimiento para todos. Y si bien el compendio legal le entrega demasiadas atribuciones al llamado “criterio arbitral”, que ahora adhiere el cuestionable sustento tecnológico del VAR, pocos pueden decir que no entienden este deporte con solo sentarse a mirarlo.
Esta casi perfección reglamentaria hizo que las autoridades de la FIFA quisieran preservarla. Y por eso se creó la International Football AsociationBoard (IFAB), organismo compuesto por representantes de las cuatro asociaciones del Reino Unido, además de propia FIFA, ideada para evitar drásticos cambios que pudiesen desvirtuar la sencillez del fútbol.
El proceso de transformación o de introducción de una regla impone etapas: tiene que ser propuesta, sustentada y patrocinada para que la IFAB determine si debe ser considerada. Si lo es, se establece un período de pruebas en torneos organizados por la propia FIFA, luego de lo cual, con opiniones y datos, la IFAB sentencia si se aprueba o no la propuesta. Por eso es que hay que distinguir entre ideas y propuestas. Y hemos sabido de ambas estos días.
El exfutbolista y actual empresario deportivo Gerard Piqué, dijo en una entrevista que sería bueno que los partidos que terminaran 0-0 los equipos no recibieran puntos.
Piqué, autor del formato que desvirtuó la Copa Davis en el tenis, quiere vender la idea como un atractivo al público, como un señuelo. Pero el 0-0 no es un resultado que se produce inevitablemente por un mal juego de los equipos. Es una opción que se da incluso por un eficiente juego táctico-estratégico. Uno no se siente estafado por un 0-0. Por eso la IFAB no ha tomado en serio a Piqué.
Distinto es el caso de las tres propuestas que la IFAB accedió a poner en práctica en el Mundial de Clubes.
Que los porteros tengan un plazo de hasta ocho segundos para sostener la pelota en sus manos y a que se cobre un tiro de esquina si se excede, tiene como base que se cumpla la norma. Hoy la regla dice que el portero debe tener hasta seis segundos el balón. De lo contrario se debe cobrara un tiro libre indirecto, pero muy pocos árbitros lo hacen.
El cambio de la norma que indica que únicamente el capitán del equipo podrá dirigirse al réferi bajo determinadas circunstancias es simplemente una actualización para que pase a ser oficial en todas las ligas.
Por último, la propuesta de modificación al fuera de juego —conocida como ley Wegner— tiene un objetivo: eliminar de raíz esa tontería de castigar a un jugador por tener la uña, una oreja o un pelo en posición de adelanto.
Sí, el fútbol es casi perfecto en su reglamentación, pero eso no implica que, de vez en cuando, se le hagan ciertos retoques. Pero con argumentos. No por tincadas o por objetivos malsanos.