“¿Vas a darle papa a tu guagua, Juan?”. Quién no ha oído ese comentario irónico cuando un hombre anuncia que se toma los cinco días de posnatal durante el primer mes de su hijo. Hay papás que ni siquiera usan esos días. Mucho menos las semanas que la mujer puede traspasarle después al padre de la criatura.
Por eso, en vísperas del Día de la Mujer y en medio de nuestra catastrófica crisis de natalidad —42% de caída en el número de nacimientos entre 1988 y 2023, que ha sido noticia internacional—, sería bueno entablar un diálogo sobre el posnatal masculino. Hoy, claramente, la cancha no es pareja para hombres y mujeres tras el parto de un hijo.
La Biblia dice “parirás con dolor”. Y no es broma. Los dolores no solo los sufre la mujer durante el parto, sino que se extienden por días o semanas. Hay cicatrices, suturas, dificultad para sentarse. Y está la lactancia materna, que puede ser maravillosa o terrorífica. Difundir las bondades de la leche materna ha significado, a veces, omitir que el período inicial de la lactancia puede ser doloroso. No es raro que la leche de la madre termine mezclada con sangre. Literal.
Si se quiere incentivar la coparentalidad, los cinco días de permiso para el padre el primer mes son insuficientes. Es el período con más cambios, cansancio y menos horas de sueño. Claro, el papá no amamanta, pero sí puede hacer muchas otras cosas, desde limpiar el horno hasta cantarle al recién nacido. Y los estudios muestran que la presencia del progenitor es positiva para la guagua, la madre y el propio padre.
Los siguientes meses de posnatal suelen ser asumidos en su totalidad por la madre, salvo rarísimas excepciones. La consigna parece ser: “mamás a la casa y a los pañales; papás a la oficina y al trabajo”. El porcentaje de chilenos que toman semanas del posnatal extendido es patético: menos del 0,5% lo hace.
¿Qué ocurre hoy en los espacios de trabajo? Que la mamá de la nueva criatura desaparece durante más de medio año, mientras el hombre retoma sus labores tras pocos días. En Chile solo las madres están pagando los costos profesionales por ausentarse del trabajo durante un largo período. Un mejor posnatal masculino ayudaría a compartir mejor la carga y a normalizar que la paternidad implica más responsabilidades que las de ser un proveedor.
Han surgido buenas propuestas en esta materia. Una de ellas es el estudio de Emilia García para IdeaPaís, que propone que los días de permiso para el padre sean intransferibles, para que no dependan de la voluntad de la madre. La investigación aborda también aristas más técnicas, como los topes mensuales del subsidio y la opción de que los permisos se fraccionen con mayor facilidad.
Más que performances trasnochadas, encargadas de género que poco han servido y discusiones idiotas sobre “el derecho de las mujeres a decir groserías”, mejorar —aunque sea de a poco— el posnatal masculino constituiría un aporte concreto y masivo para afianzar la equidad entre hombres y mujeres. También un estímulo para que el país tenga la alegría de recibir a nuevos chilenos.