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Martes 25 de febrero de 2025
Riesgos globales y de Chile: hoy y hacia 2040
"El próximo gobierno chileno tendrá una gran tarea (el actual es incapaz de acometerla): preparar a Chile de la mejor manera posible, a costos razonables, para prevenir las peores consecuencias de los riesgos globales y nacionales".
El escenario base para la economía mundial en 2025 es un crecimiento moderado de 3,3% y una inflación de 4,2%.
En Chile, Boric 2022-2025 enfrenta las mejores condiciones internacionales desde Aylwin 1991-94. La inflación será de 4,5% en 2025, similar a la mundial, pero aún por encima de nuestra meta inflacionaria de 3%. Continúa el estancamiento económico made in Chile, causado por una pésima gestión gubernamental, continuos intentos de malas reformas y una incapacidad de enfrentar los profundos retos de un país a la deriva. El crecimiento será apenas de 2,1% en 2025, que implicará un crecimiento promedio anual del PIB por habitante de solo 1% en el cuatrienio 2022-2025 de Boric.
La materialización de escenarios de riesgo implicaría desviaciones significativas respecto de los escenarios base planteados arriba. La gran mayoría de los riesgos son negativos, con efectos adversos para la paz mundial, el bienestar humano y la sostenibilidad ambiental. Además, 2025 trae riesgos mayores que los del 2024. La mayor cohesión político-militar del Eje del Mal (China, Rusia, Corea del Norte e Irán) y el abandono por EE.UU. de sus aliados históricos (dentro y fuera de la OTAN) ponen en riesgo significativo a las democracias del mundo y a la paz mundial. La inmigración descontrolada y la delincuencia rampante alimentan el extremismo político. El proteccionismo y la irresponsabilidad fiscal de Trump multiplican los riesgos económicos para EE.UU. y el mundo.
América Latina y Chile son afectados por estos riesgos globales, que se incrementan con los riesgos idiosincrásicos de cada país. Es posible que se intensifique la mala gestión de la administración Boric en su último año. La sostenibilidad fiscal de Chile se erosiona mes tras mes, con nuevas noticias sobre la mala gestión presupuestaria (subestimación de ingresos fiscales, gasto excesivo financiado por transferencias desde Corfo), que puede derivar en pérdidas adicionales en nuestra clasificación de riesgo.
En el presente y a largo plazo, el mundo enfrenta tres riesgos catastróficos para la supervivencia de la especie humana y las demás especies del planeta.
Una guerra nuclear global era un evento de baja probabilidad en 2020, estimada en 1% por los especialistas. Putin es el responsable de elevar esta probabilidad a 8% en el presente, probabilidad que se estima en 10% a partir de 2030.
El segundo evento catastrófico es un desarrollo adverso de la inteligencia artificial, la cual, supercargada con emociones y conciencia, lleve a eliminar a la especie humana (Harari, 2024). La probabilidad de este escenario se estima en 14% y más a partir del presente.
Finalmente, está la certeza de la gran “CAGADA” (Catástrofe Ambiental Global: Amplia, Destructiva, Aguda), en pleno desarrollo actual. Una dimensión de lo anterior es el cambio climático: ya se registró un aumento de la temperatura global promedio de 1,6 grados en 2024. Un incremento catastrófico de 2,7 grados hasta el año 2100, en combinación con la destrucción de la mayor parte de los ecosistemas naturales del planeta, terminaría con casi todas las especies. La probabilidad de este escenario se estima en 35% hoy y se proyecta que aumentará a 70% hacia 2035 (IPCC, 2024).
Además, hay interacciones viciosas entre los tres riesgos, que aumentan su probabilidad de ocurrencia. Por ejemplo, la gran CAGADA inducirá guerras climáticas (Welzer, 2017), eventualmente nucleares. Pero también hay apuestas a escenarios que evitan la materialización de estos riesgos: un nuevo acuerdo de proscripción de armas nucleares, una buena regulación de la IA, la captura masiva de gases de efecto invernadero y la restauración masiva de ecosistemas destruidos.
Otros tres riesgos globales no son catastróficos: nuevas pandemias (algo aprendimos con el covid), el impacto de meteoritos (podrán ser destruidos en el espacio) y la disminución rápida de la fertilidad y la población mundial (un riesgo de costos moderados y grandes beneficios).
Conclusión: el próximo gobierno chileno tendrá una gran tarea (el actual es incapaz de acometerla): preparar a Chile de la mejor manera posible, a costos razonables, para prevenir las peores consecuencias de los riesgos globales y nacionales que enfrentaremos en 2026-29 y en el largo plazo.
En Chile, Boric 2022-2025 enfrenta las mejores condiciones internacionales desde Aylwin 1991-94. La inflación será de 4,5% en 2025, similar a la mundial, pero aún por encima de nuestra meta inflacionaria de 3%. Continúa el estancamiento económico made in Chile, causado por una pésima gestión gubernamental, continuos intentos de malas reformas y una incapacidad de enfrentar los profundos retos de un país a la deriva. El crecimiento será apenas de 2,1% en 2025, que implicará un crecimiento promedio anual del PIB por habitante de solo 1% en el cuatrienio 2022-2025 de Boric.
La materialización de escenarios de riesgo implicaría desviaciones significativas respecto de los escenarios base planteados arriba. La gran mayoría de los riesgos son negativos, con efectos adversos para la paz mundial, el bienestar humano y la sostenibilidad ambiental. Además, 2025 trae riesgos mayores que los del 2024. La mayor cohesión político-militar del Eje del Mal (China, Rusia, Corea del Norte e Irán) y el abandono por EE.UU. de sus aliados históricos (dentro y fuera de la OTAN) ponen en riesgo significativo a las democracias del mundo y a la paz mundial. La inmigración descontrolada y la delincuencia rampante alimentan el extremismo político. El proteccionismo y la irresponsabilidad fiscal de Trump multiplican los riesgos económicos para EE.UU. y el mundo.
América Latina y Chile son afectados por estos riesgos globales, que se incrementan con los riesgos idiosincrásicos de cada país. Es posible que se intensifique la mala gestión de la administración Boric en su último año. La sostenibilidad fiscal de Chile se erosiona mes tras mes, con nuevas noticias sobre la mala gestión presupuestaria (subestimación de ingresos fiscales, gasto excesivo financiado por transferencias desde Corfo), que puede derivar en pérdidas adicionales en nuestra clasificación de riesgo.
En el presente y a largo plazo, el mundo enfrenta tres riesgos catastróficos para la supervivencia de la especie humana y las demás especies del planeta.
Una guerra nuclear global era un evento de baja probabilidad en 2020, estimada en 1% por los especialistas. Putin es el responsable de elevar esta probabilidad a 8% en el presente, probabilidad que se estima en 10% a partir de 2030.
El segundo evento catastrófico es un desarrollo adverso de la inteligencia artificial, la cual, supercargada con emociones y conciencia, lleve a eliminar a la especie humana (Harari, 2024). La probabilidad de este escenario se estima en 14% y más a partir del presente.
Finalmente, está la certeza de la gran “CAGADA” (Catástrofe Ambiental Global: Amplia, Destructiva, Aguda), en pleno desarrollo actual. Una dimensión de lo anterior es el cambio climático: ya se registró un aumento de la temperatura global promedio de 1,6 grados en 2024. Un incremento catastrófico de 2,7 grados hasta el año 2100, en combinación con la destrucción de la mayor parte de los ecosistemas naturales del planeta, terminaría con casi todas las especies. La probabilidad de este escenario se estima en 35% hoy y se proyecta que aumentará a 70% hacia 2035 (IPCC, 2024).
Además, hay interacciones viciosas entre los tres riesgos, que aumentan su probabilidad de ocurrencia. Por ejemplo, la gran CAGADA inducirá guerras climáticas (Welzer, 2017), eventualmente nucleares. Pero también hay apuestas a escenarios que evitan la materialización de estos riesgos: un nuevo acuerdo de proscripción de armas nucleares, una buena regulación de la IA, la captura masiva de gases de efecto invernadero y la restauración masiva de ecosistemas destruidos.
Otros tres riesgos globales no son catastróficos: nuevas pandemias (algo aprendimos con el covid), el impacto de meteoritos (podrán ser destruidos en el espacio) y la disminución rápida de la fertilidad y la población mundial (un riesgo de costos moderados y grandes beneficios).
Conclusión: el próximo gobierno chileno tendrá una gran tarea (el actual es incapaz de acometerla): preparar a Chile de la mejor manera posible, a costos razonables, para prevenir las peores consecuencias de los riesgos globales y nacionales que enfrentaremos en 2026-29 y en el largo plazo.
