Gustavo Petro practica un frenético “populismo digital”. Informa y retuitea todo por las redes sociales, particularmente por “X”, a pesar de que no le gusta Elon Musk. Es evidente que el Presidente colombiano tiene mala relación con los periodistas —parece despreciar a la prensa— y prefiere la difusión directa por las redes de sus comentarios, opiniones y de cualquier política del gobierno, no siempre con buenos resultados.
En el enfrentamiento con Donald Trump, hace unos días, por los deportados colombianos, está claro que no midió las consecuencias de sus mensajes. Su largo tuit en respuesta a Trump demostró mucha soberbia. Al final, humillado y cabizbajo, reconociendo su impotencia ante la eventual represalia norteamericana, @petrogustavo debió aceptar de vuelta a los connacionales indocumentados, pero en su estilo posteó: “Defendemos los intereses nacionales y de la humanidad. Si la prensa cree que esto es borrachera o drogadicción, que lo piense… no somos apéndice de la Casa Blanca”. “Los gringos no me quieren”, remató unos días después. Quiso reunir a la Celac para que lo apoyara, pero fracasó ante la negativa de Argentina y otros países.
El impasse lo tuvo a un centímetro de provocar una guerra comercial que hubiera sido una catástrofe para la economía y para el gobierno izquierdista, en momentos en que está con problemas graves para financiar el presupuesto (con amenazas de otra reforma tributaria incluidas) y debe lidiar con una ola de violencia no vista desde los acuerdos con las FARC, firmados en 2016. La crisis en Catatumbo, zona fronteriza con Venezuela donde ha muerto un centenar de personas en choques de la guerrilla del ELN con remanentes de las FARC no desmovilizados, es una prueba del fracaso de la política de “Paz Total” del Presidente, quien se jactaba, cuando llegó al poder, de que con él se terminaría la violencia.
Nada de eso ocurrió. Petro suspendió los diálogos con el ELN y ahora declaró “estado de conmoción interna”, que le permite tomar medidas extraordinarias, como aumentar la presencia militar en la zona, pero también una que ha sido duramente criticada por la oposición, la que autoriza expropiar tierras por vía administrativa. El mandatario siempre negó que lo haría, pero entre los decretos que firmó está el que lo permite para reubicar desplazados, reincorporar combatientes y “prevenir acumulación y acaparamiento”. En paralelo, anunció por X una “operación militar antinarcóticos” con Caracas para dejar “la frontera libre de mafias”, operativo que Nicolás Maduro llamó —también en X— “Relámpago del Catatumbo”. Curiosa esta colaboración de Petro con la dictadura venezolana, de la que se había distanciado, si se toma en cuenta que muchos consideran que esta protege al ELN y lo usa como medio para controlar la frontera y defenderse de una hipotética invasión extranjera (de EE.UU., por supuesto). Colombia vive críticos momentos, y Petro se desahoga en X sin mostrar sus verdaderas cartas.