Desde 1956 han pasado 69 años. Es bastante tiempo para un humano y, como se puede comprobar, muchas cosas han cambiado en este lapso y algunas no tanto. ¿No tanto? No tanto o casi nada.
Un ejemplo: la preparación del seleccionado para el Sudamericano de ese año se había complicado porque los jugadores estaban “saturados” por el campeonato del año anterior. Saturados porque el campeonato de 1955 se había jugado en tres ruedas, fórmula ideada por el fútbol chileno para poder pagar las planillas durante los doce meses del año. ¿No es esa la misma aspiración de 2025? ¿No es lo mismo que reclamaba el Sifup en su paro recién terminado?
Luis Tirado, el seleccionador de entonces, decía: “Pero bien podrían hacer una temporada con la selección y así producirían los ingresos necesarios y al mismo tiempo permitirían preparar a la selección”. Aclaraba de entrada que no lo decía porque “me quiera poner el parche antes de la herida”.
Era difícil lo que venía para el verano de 1956, pues este Sudamericano de Montevideo (por la Copa América, igual que hoy) estaba precedido por la notable versión chilena del año anterior en Santiago, cuando Chile estuvo a punto de ser campeón (lo que solo conseguiría por primera vez en 2015). Además, entre los seis competidores (Uruguay, Argentina, Brasil, Paraguay, Perú y Chile), solo uno de ellos no había sido campeón. Chile solo había logrado ser subcampeón.
Claro que había temor por lo que pudiera hacer la Roja. Pero Luis Tirado no necesitaba ponerse ningún parche, ni antes ni después, pues no terminaría herido. Incluso Chile haría un buen campeonato.
Tirado, que ocupa un importante trozo de la historia del futbol chileno, tenía “la intención de renovar el seleccionado, pero para eso necesito tiempo”. (Hoy seguimos en eso, ¿no?). De modos que llama a los de siempre.
Y con los de siempre parte rompiendo el molde histórico ganándole a Brasil por primera vez después de 40 años de confrontaciones. Y 4 a 1, con goles de Enrique Hormazábal (2), René Meléndez y Leonel Sánchez. Fue el 24 de enero de 1956 en el Centenario. Para recordar, la formación: Escuti; Álvarez, Almeida, Carrasco; Cortés, Cubillos; Ramírez, Hormazábal, Meléndez, Muñoz y Sánchez.
Y para recordar los ecos emocionantes del resultado, el comienzo de la crónica de un Maestro del Periodismo, Antonino Vera:
Miraba la pizarra iluminada y no podía creerlo: Chile 4 Brasil 1. Ya no me importaba que el reloj corriera ligero. Al contrario, hubiera querido que el partido durara toda la noche, para regalo de la vista, para solaz del espíritu, para poder gozar, al fin, del espectáculo incomparable de esos muchachos con la casaca roja abrumando a los fornidos morenos de la amarilla. Lo veía y no podía creerlo. Eran los mismos en quienes tan pocos han creído siempre. Los que en el Estadio Nacional fueron despedidos con una silbatina, los que vemos todos los días en nuestras calles de Santiago, siempre modestos, y en nuestras canchas, generalmente negados”.
Dice luego: “… dejé pasar unas horas antes de sentarme a la máquina. Inmediatamente después del partido, habría escrito una arenga y no un comentario de fútbol”.
Notable introducción a un comentario.