Con una inocencia tal vez sacada del baúl de sus primeros recuerdos, Arturo Vidal ha dicho: “No entiendo bien lo que pasó: dicen dos partidos, después uno. Era lindo jugar dos partidos en un clásico contra la U con las barras de los dos equipos”. Claro que era lindo, sin duda. Y también, sin duda, Vidal debe entender lo que pasó.

Tal como lo entienden los jóvenes que declararon en una encuesta, con un mayoritario 80%, que sus hijos lo pasarán peor que ellos en Chile. Eso explica por qué hay un marcado descenso de la natalidad en el país. Y explica por qué el Superclásico debe jugarse fuera de la capital y en un solo partido. Porque la violencia y la incertidumbre se han tomado el país. No es solo cosa del fútbol.

Lo estamos viendo en estos días con el partido entre los ganadores de Liga y Copa chilenos. No hay dónde jugarlo con garantías de seguridad y hay que buscar el recinto “menos inseguro”. La organización (la ANFP) ha estimado que puede ser La Portada, el estadio serenense en que se presentó la Selección Azul de Fernando Riera iniciando el proceso de preparación del Mundial del 62.

Ahí podrían jugar su final Colo Colo y la U el sábado 25 ante 12 mil personas, todas de la Cuarta Región, donde suponen los expertos que no hay aficionados revoltosos. Se llegó a pensar que solo podrían comprar boletos los que demuestren su residencia según el Servicio Electoral (Servel), lo que no se puede, y el que use los registros electorales para fines distintos a los electorales arriesga penas de prisión (menos mal, porque de lo contrario es de imaginar el bombardeo de publicidad…). Además, el Servel no registra las preferencias futbolísticas de los ciudadanos ni si son de los hinchas buenos o de los otros.

Hay otra posibilidad: que se elimine este partido. ¿Le parece una exageración? Claro que es exagerado. ¿Y no es exagerado que los colegios cierren cuando en sus cercanías se anuncia un funeral narco? No hay clases, no hay fútbol. Ya no parece tan ridículo.

De todos modos, el clima social no exime de responsabilidad en el fenómeno al fútbol. Por el contrario, se puede decir que el mundo del fútbol y el delictual se retroalimentan. Y más que eso: las “barras bravas” están formadas mayoritariamente por delincuentes comunes.

Por ahora hay que esperar a la fecha programada para el partido.