Enero ha sido inspirador. Partió con la arriesgada travesía al Polo Sur del Presidente de la República. Allí, a 4.000 km de Punta Arenas, las condiciones meteorológicas son impredecibles, la falta de infraestructura, un problema y la radiación solar no es broma. Ningún presidente de la región había corrido el riesgo. ¿Por qué? La respuesta es medio obvia. Pero, porque no tenemos nada, lo queremos todo. Más arriesgado que cruzar el Delaware a lo George Washington, algunos incluso dirán nivel Julio César y el Rubicón, la hazaña se publicitó como épica.
¿Podrá uno hacer algo a ese nivel? ¿Cómo contrarrestar el instinto humano de evitar riesgos innecesarios? Aprovechando la época estival y el espíritu de la Operación Estrella Polar III, le planteo un desafío. Le voy a dar tres actividades de alto riesgo. En todas, un “soy de los pocos que hizo eso” da para sobrarse eternamente. Ranquéelas:
[1] El contacto con la naturaleza reanima el espíritu. Y qué mejor que hacerlo acampando en un acantilado a más de 50 metros de altura. Si no ha visto las imágenes, busque online y sorpréndase. Se puede hacer en México, India, entre otros parajes. Debe ser una experiencia inolvidable. No para cualquier bolsillo, pero seguro más barato que ir al Polo Sur.
[2] Si se marea con las alturas más que con las responsabilidades de su pega, le tengo otra opción. Bucear en cavernas submarinas. Adrenalina pura con corrientes más inesperadas que las de la política. Si el equipo falla, todo se acaba. Hay varias opciones, pero una notable está en Rusia: la cueva de Orda (de las más largas del mundo). El agua es gélida (4 °C), casi como las predicciones para la economía chilena (2%). La leyenda indica que buceando ahí se aparece una mujer, “La dama de la cueva”. Se dice que protege a quien la divisa. ¿Una vaquita para que viajen ministra/os que la necesitan?
[3] La última es para adultos dispuestos a hacer grandes locuras. Se originó en actividades productivas, de esas que tanto faltan, con carniceros acompañando a pastores que guiaban toros. ¿Adivinó? Si puede correr despavorido para no ser arrollado por otro animal, a Pamplona los pasajes: San Fermín es inigualable. ¿Se imagina la foto? Usted, de blanco, con pañuelo rojo en el cuello, luego del recorrido entre toros. Tanto o más emocionante que cualquier selfie polar.
Es obvio que, dependiendo de nuestras preferencias, cada uno tendrá su propio ranking. Menos obvio, sin embargo, fue un estudio publicado en la revista Nature hace unos años. Con datos de Alemania, se encontró que, en general, los políticos son más “amantes del riesgo” que el ciudadano promedio (Heß et al., 2018). En Chile, el resultado puede explicar algunos misterios. Por ejemplo, que se tomen riesgos para ser de los primeros en llegar al Polo Sur o que se firmen contratos prohibidos por la Constitución. Y, por qué no, también que se arriesguen a ser la administración de peor desempeño en décadas rechazando proyectos de inversión (peor que ir delante de toros). Pura aventura al nivel de Indiana Jones.