Durante mucho tiempo los profesionales con mayor cantidad de suicidios fueron los dentistas (odontólogos), seguidos por los médicos, que hoy son los primeros. Por ahí leí que “es sorprendente que la tasa de suicidios sea más alta entre los profesionales médicos que entre los militares”. “Sorprendente”, dice un investigador de la depresión. Uno entiende la situación de los médicos, presionados por la industria farmacéutica y por la tesorería de las clínicas. Otro investigador, ante la posible influencia de las bajas temperaturas en la depresión, aconseja tomar sol, por lo que los chilenos deberíamos estar felices con las temperaturas africanas que estamos viviendo.

Curiosamente, los entrenadores de fútbol no aparecen en estas listas de profesiones peligrosas. ¿Por qué? Porque después de todas las presiones que sufren… siguen vivos. Es decir, sus resultados no son cosa “de vida o muerte”. ¿Por qué? Porque “son cosas del fútbol”. Además, ellos sufren “de presiones” y no “depresiones”. O si no, imagínese el caso actual de “Pep” Guardiola, que si tomara los resultados como cosa de vida o muerte ya habría muerto y revivido varias veces al frente de Manchester City.

Increíble lo de “Pep”. Entrenador histórico del club, ha afrontado una mala racha increíble que ha llevado a suponer a muchos que sus dirigidos juegan contra él. O sea, que le “hacen la cama”. El hincha del fútbol no es como el paciente del médico, que es agradecido del facultativo y le lleva regalitos después de una operación exitosa y sigue consultándolo; el del fútbol tiene memoria corta y al primer traspié condena para siempre al entrenador. Guardiola les dio a ganar todos los títulos imaginables a los citizens desde su llegada a la banca para la temporada 2016-17. Pero eso no vale de nada ante una seguidilla de malos resultados.

Guardiola llegó en reemplazo de Manuel Pellegrini, que tuvo buenas campañas en su período (2013-2016) y ganó buenos comentarios. En estos días se habla de la posibilidad de que el “Ingeniero” vuelva a Chile y se haga cargo de la selección nacional. La verdad es que Pellegrini nunca ha ocultado su deseo de ocupar la banca de la Roja para poner el broche a la carrera que lo ha llevado a ser el mejor director técnico local de todos los tiempos. Siempre que el cargo esté vacante y se den las condiciones para hacer un trabajo serio.

Esas condiciones se refieren a un marco administrativo y competitivo tan serio como su trabajo personal. Eso, obviamente, no se da en Chile hoy y nadie sabe cuándo podría producirse. Lo consiguió Fernando Riera en su época y el resultado se vio en 1962 con el tercer lugar en el Mundial.

¿Conseguiría Manuel Pellegrini una adhesión amplia y sostenida para sus planes como consiguió su mentor futbolístico? No podemos saberlo, pero podemos dudarlo, pues en la actualidad ya no están los dirigentes de entonces. No están ni han tenido una digna sucesión. No fueron dignos de Marcelo Bielsa ni lo son de Pellegrini.

Y feliz Año Nuevo.