No es un tema de ahora ni que se haya disparado por la explosiva y pesada influencia de las redes sociales. Desde hace tiempo que en el ambiente futbolero nacional existe un grupo de exjugadores y entrenadores locales, que se va renovando con el paso de los años, ligado emocionalmente en forma principal a los llamados equipos “grandes” —Colo Colo, la U y la UC— y a la selección, que tiene una misión: atacar la actualidad de esos clubes y de la Roja, como francotiradores. Un “elenco estable” que se autoerige como propietario de la verdad revelada, de la santidad y a los cuales los medios recurren —por el facilismo que implica— para encender o avivar una polémica.
Son los sospechosos de siempre, a los que se recurre cuando hay un tema más o menos polémico y a los cuales se les interroga porque tienen antecedentes.
Es fácil entender hacia quiénes se apunta. Es cosa de forzar un poco la memoria porque aparecen en todos lados y a cada rato. Contestan de inmediato los WhatsApp porque están siempre esperando ver que alguien les “está escribiendo”.
¿Un ejemplo? Lo vimos en estos días: el exzaguero de Colo Colo, de Unión Española y de la selección, Leonel Herrera, sentenció que Brayan Cortés “no debe volver nunca más a Colo Colo” por haber rechazado la renovación de contrato.
Insólito. Primero porque Cortés tomó una decisión atendible: a los 29 años, siendo arquero titular de la selección nacional, quiere probarse en mejores mercados y, por cierto, asegurar su futuro económico.
Y segundo, porque Herrera parece tener mala memoria. Él, en 1975 y aparentemente por los mismos motivos que tiene hoy Cortés (más dinero y mejores perspectivas deportivas) rechazó renovar en Colo Colo y se fue a Unión Española, donde fue campeón e incluso volvió a jugar una final de la Copa Libertadores.
¿Le hicieron la cruz a Herrera en el club albo? ¿Le cerraron las puertas? Por supuesto que no. En 1979 volvió a Colo Colo sin que nadie lo lapidara, siguió siendo un símbolo de los albos e incluso fue capitán.
Es lamentable que ya retirados, alejados de las luces y del interés que generaron en sus tiempos activos, exfutbolistas y exdirectores técnicos utilicen el pequeño foco de atención mediática que se les proporciona para intentar sobresalir de la manera más fácil: denostando y, además, mostrándose como referentes de trayectoria impecable, distinta, sacra. Ellos deberían ser, al contrario, los que iluminen caminos. Pero no, prefieren apuntar a matar.
Por suerte no todos son así.
Carlos Caszely, uno que fue grande de verdad, que siempre fue de frente, que mantuvo sus convicciones en las duras y en las maduras, puso la pelota contra el piso y dijo dos cosas que son las justas: que Brayan Cortés tiene todo el derecho a velar por su futuro porque cuando se retire nadie lo va a ir a ayudar, y que en un equipo como Colo Colo si se va uno, tiene que venir otro y nadie puede echarse a morir por eso.
Esa es de crack. A él hay que preguntarle.