No fue una semana cualquiera. Chile se jugaba la vida en las eliminatorias a la Copa del Mundo. Quedar eliminados, a falta de seis partidos, era afrontar una agonía demasiado cruel para un fútbol que hoy es incapaz de encontrar una sede para el duelo por la Supercopa entre Colo Colo y Universidad de Chile.
En la cancha, el 4-2 sobre Venezuela fue relevante porque el equipo se levantó dos veces. El fantasma de la derrota con Bolivia, e incluso la ignominia de 2001 ante la “Vinotinto”, irrumpió en esos 29 minutos iniciales. El notable rendimiento de Gabriel Suazo empujó desde la izquierda, sumándose el liderazgo de Arturo Vidal y el alza de Eduardo Vargas, quien ratificó una mejoría en sus movimientos. Se nota que trabaja con Gabriel Milito, un técnico que mejora futbolistas. Los dos goles de Lucas Cepeda coronaron el gran año del zurdo porteño.
La buena noticia es que Ricardo Gareca amplió su abanico de posibilidades. Hoy la selección chilena dispone de más nombres para afrontar el reinicio de las eliminatorias en marzo. Ninguna figura rutilante, pero al menos exhiben las condiciones necesarias para medirse en la arena internacional.
No es comparable el momento, pero la situación actual tiene algo de semejanza con el cierre de las clasificatorias para Alemania 2006. Esa tarde en Barranquilla (1-1 frente a Colombia) y esa noche en el Nacional (0-0 con Ecuador) nos amargamos, pero observábamos que existía materia prima para configurar un elenco capaz de ilusionar.
El cuadrangular por el séptimo lugar que la Roja protagoniza con Bolivia, Venezuela y Perú es empinado. Veremos si el oficio de Gareca, con dos segundas ruedas potentes en la ruta a Rusia y Qatar, permite atropellar y soñar con llegar a Norteamérica 2026.
En el plano interno, la U coronó su excelente temporada con la Copa Chile. El cuadro de Gustavo Álvarez derrotó 1-0 a Ñublense, sumando este logro al segundo lugar en el campeonato nacional. Un entrenador que impuso una idea y un mensaje. Los hinchas laicos, casi siempre impacientes y pasionales, comprendieron pronto que el método de Álvarez auguraba recuperar el prestigio extraviado.
La primera división se va de vacaciones, pero a la vista está el duelo por la Supercopa entre la U y Colo Colo. Todo indica que será de ida y vuelta. Es cierto que el formato es atractivo, pero en el fondo encierra la pérdida de la batalla por la normalidad. Si no se juega en el Estadio Nacional y en el Monumental, sin público visitante, es imposible que el espectáculo se desarrolle.
La temporada concluye con la disputa por el segundo ascenso. Recoleta-Rangers y Limache-Magallanes afrontan las semifinales a partido doble. Recoleta dispone de un conjunto con mucho oficio en el Ascenso. Tienen poco que perder y eso los hace riesgosos. Rangers es un grande de la categoría. Su entrenador, Emiliano Astorga, conoce los secretos de estas instancias. En los balones detenidos se hacen fuertes.
El Limache de Víctor Rivero se construyó con futbolistas de peso para la división, seguridad defensiva y un contragolpe eficaz. Magallanes, con Ronald Fuentes en la banca, reiteró su línea de juego. Respeto por la pelota, posesión y extremos bien abiertos. Un desenlace apasionante.