Nos veníamos acostumbrando a comentar desgracias, a verificar qué había de peor en cada partido respecto del anterior, a sospechar que ya ni la calculadora nos servía, a explicarles a los muy jóvenes que así era antes de que ellos vieran a Chile ganador de dos copas América.
Hasta que fue convocado Arturo Vidal. Porque ¿qué es primero en el fútbol? ¿lo anímico, lo físico, lo estratégico? Muchos estamos convencidos de que es lo anímico. Porque si los jugadores creen que no pueden ganar, no ganarán, y si están animados a ganar lo intentarán con toda su capacidad. Y muchas veces lo lograrán.
La convocatoria de Vidal, que pudo ser antes si él mismo no se hubiera indispuesto con el seleccionador, fue la inyección anímica que el plantel necesitaba para sentirse capaz al recibir la presencia, la compañía, la guía del mejor. Y el fútbol, obviamente, pero antes la sola presencia, la disposición, la mentalidad de un ganador.
Ya se había advertido en Lima y terminó de confirmarse en Ñuñoa, donde se desvaneció la sombra de acostumbrarse a perder. Ante Venezuela no fue goleador ni el mejor ni el héroe. Lo fueron sus compañeros, todos. Y hasta saltaron a la cancha algunos que luego pedirán riendas para ir por la titularidad.
Después del 4-2 a los venezolanos y los puntos que abren rumbo al repechaje clasificatorio, todo es alegría y abrazos por un plantel que tiene gol, figuras y espíritu como para revertir dos desventajas en el marcador.
Cuesta decidir quién fue el mejor y no importa, porque en un equipo que golea y que gana en todos los conceptos medibles, empezando por la posesión, todos tienen que rayar muy alto. El partido también marcó la convivencia plena de “viejos estandartes” con jóvenes valores, tal vez como nunca antes vimos en el proceso de renovación.
Lucen triunfadores internacionales como Guillermo Maripán, Paulo Díaz (esta vez no), Gabriel Suazo, Eduardo Vargas, Vidal. Junto a ellos asomaron con desenfado jóvenes que hicieron un debut notable.
Fabián Hormazábal, llamado en una emergencia, respondió más que plenamente, recorriendo el rumbo derecho desde la zaga con acierto. Debut pleno.
¡Qué decir de Lucas Cepeda! Debut absoluto también en el seleccionado con dos goles. El primero, notable con un zurdazo impresionante de una pierna que seguirá dando mucho de que hablar.
Vicente Pizarro se afirma en una titularidad que no se discute y es un aportador de ideas y despliegue. Buen heredero seguramente en muchos aspectos y también en uno que no es genético, pues parece haber heredado la sabiduría de Jaime, su padre ministro.
El otro generador de impresionante entrega es Rodrigo Echeverría. Las hizo todas. Produjo como quinto zaguero, líbero, quitador infatigable, ayudante de todos. Impresiona Echeverría por su generosidad y esfuerzo.
Alexander Aravena no gravitó como se espera de un valor en Brasil, pero no da para sacarlo del plantel como leí por ahí de algún cabeza caliente. Ni tampoco a Paulo Díaz, aunque haya regalado un gol. Malas noches, nada más.
En cambio, hay que ver cómo entran algunos de la banca. En especial Luciano Cabral, del tipo de jugadores que aparecen de vez en cuando, con visión de 180 grados y percepción de 360. Notable.
En fin, hace tan bien ganar. Hay otras cosas muy buenas en la vida, pero ganar está en el podio.