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RenovarColumnistas
Lunes 18 de noviembre de 2024
La última posibilidad
"¿Que se demoró en exceso en los cambios y por eso Chile no ganó? Reducir el partido a ese tópico es simplista y acomodaticio".
Ahora sí que llegó el momento. Chile está obligado a ganar a Venezuela para seguir con vida en la ruta a la Copa del Mundo de 2026. Otro resultado lo deja fuera, más allá de lo que digan las matemáticas, recordadas ayer de manera brillante por Antonio Martínez en su columna dominical. El 0-0 del viernes ante Perú solo servirá si la escuadra de Ricardo Gareca supera a la de Fernando Batista.
Mejoró Chile en Lima. En el balance de situaciones fue más que Perú, sobre todo en el primer tiempo. Solo en los 25 minutos iniciales del complemento el cuadro de Jorge Fossati incomodó a la Roja, haciéndola retroceder. Los cambios del entrenador uruguayo no funcionaron y eso permitió a la Roja retomar el trámite. El penal sancionado a Felipe Mora, por infracción a Gianluca Lapadula, era un castigo inmisericorde para un equipo que volvió a competir en el exterior después de más de un año. El VAR se apiadó.
Si comparamos el 0-0 de la Copa América ante el mismo rival del Monumental limeño, esta vez la selección chilena ofreció una actuación muy superior. Al menos generó seis situaciones claras, contra un par de las que dispuso en Texas. El problema es que no resolvió, como sucede desde marzo de 2017, cuando cayó ante Argentina en Buenos Aires.
En 11 partidos, Chile anotó cinco goles. Desde la derrota 3-0 en Maturín, frente a la Vinotinto, el cuadro nacional marcó a través de Eduardo Vargas frente a Bolivia (lesión de Carlos Lampe, mediante) y Brasil. Dos tantos en una rueda es un dato lapidario. En esta ocasión hubo opciones de convertir. Un mediocampo más clásico, con volantes naturales y sin extremos que no se sumaban a la gestación, ayudó. Con defectos y virtudes, nos acercamos a nuestra idiosincrasia futbolera.
Se dijo que este era el peor Perú de la historia. Nunca será fácil, para cualquier selección chilena, llevarse algo de Lima. De hecho, esta es la primera igualdad en condición de visitante, por eliminatorias, ante los incaicos. En casa, la oncena de Fossati venía de imponerse 1-0 a Uruguay y empatar 1-1 con Colombia y Venezuela, con desarrollos favorables, pero eso no se considera en el análisis. Los medios e hinchas peruanos pensaban lo mismo sobre Chile: que era nuestra peor versión en dos décadas.
Hoy no vemos a los que clamaban por la contratación de Ricardo Gareca. La mayoría son los mismos que hicieron fila para destrozar los ciclos de Reinaldo Rueda y Eduardo Berizzo. Otros sostienen que el “Flaco” no es lo que pensaban. Lo tildan de flojo, anticuado, que no le llega al jugador e incluso se le acusa de pesetero, porque no renuncia.
Gareca es el mismo técnico que nos eliminó de Rusia y Qatar, que nos superó en la semifinal de la Copa América de 2019 (antes nos boleteó en Estados Unidos) y se llenó de elogios en los amistosos de estreno con Albania, Francia y Paraguay. Declararse sorprendido por su estilo no es serio.
En este momento complejo, la conducción de Gareca es la que termina desacomodándolo. La citación de Arturo Vidal, más allá de que funcionó en la cancha, lo desautorizó. La convocatoria de emergencia de Mauricio Isla, luego de ser llevado al congelador, también desconcierta. ¿Que se demoró en exceso en los cambios y por eso Chile no ganó? Reducir el partido a ese tópico es simplista y acomodaticio.
Mejoró Chile en Lima. En el balance de situaciones fue más que Perú, sobre todo en el primer tiempo. Solo en los 25 minutos iniciales del complemento el cuadro de Jorge Fossati incomodó a la Roja, haciéndola retroceder. Los cambios del entrenador uruguayo no funcionaron y eso permitió a la Roja retomar el trámite. El penal sancionado a Felipe Mora, por infracción a Gianluca Lapadula, era un castigo inmisericorde para un equipo que volvió a competir en el exterior después de más de un año. El VAR se apiadó.
Si comparamos el 0-0 de la Copa América ante el mismo rival del Monumental limeño, esta vez la selección chilena ofreció una actuación muy superior. Al menos generó seis situaciones claras, contra un par de las que dispuso en Texas. El problema es que no resolvió, como sucede desde marzo de 2017, cuando cayó ante Argentina en Buenos Aires.
En 11 partidos, Chile anotó cinco goles. Desde la derrota 3-0 en Maturín, frente a la Vinotinto, el cuadro nacional marcó a través de Eduardo Vargas frente a Bolivia (lesión de Carlos Lampe, mediante) y Brasil. Dos tantos en una rueda es un dato lapidario. En esta ocasión hubo opciones de convertir. Un mediocampo más clásico, con volantes naturales y sin extremos que no se sumaban a la gestación, ayudó. Con defectos y virtudes, nos acercamos a nuestra idiosincrasia futbolera.
Se dijo que este era el peor Perú de la historia. Nunca será fácil, para cualquier selección chilena, llevarse algo de Lima. De hecho, esta es la primera igualdad en condición de visitante, por eliminatorias, ante los incaicos. En casa, la oncena de Fossati venía de imponerse 1-0 a Uruguay y empatar 1-1 con Colombia y Venezuela, con desarrollos favorables, pero eso no se considera en el análisis. Los medios e hinchas peruanos pensaban lo mismo sobre Chile: que era nuestra peor versión en dos décadas.
Hoy no vemos a los que clamaban por la contratación de Ricardo Gareca. La mayoría son los mismos que hicieron fila para destrozar los ciclos de Reinaldo Rueda y Eduardo Berizzo. Otros sostienen que el “Flaco” no es lo que pensaban. Lo tildan de flojo, anticuado, que no le llega al jugador e incluso se le acusa de pesetero, porque no renuncia.
Gareca es el mismo técnico que nos eliminó de Rusia y Qatar, que nos superó en la semifinal de la Copa América de 2019 (antes nos boleteó en Estados Unidos) y se llenó de elogios en los amistosos de estreno con Albania, Francia y Paraguay. Declararse sorprendido por su estilo no es serio.
En este momento complejo, la conducción de Gareca es la que termina desacomodándolo. La citación de Arturo Vidal, más allá de que funcionó en la cancha, lo desautorizó. La convocatoria de emergencia de Mauricio Isla, luego de ser llevado al congelador, también desconcierta. ¿Que se demoró en exceso en los cambios y por eso Chile no ganó? Reducir el partido a ese tópico es simplista y acomodaticio.