Le apuesto que, en pocos años, parte de las tareas que desarrolla hoy en su trabajo serán realizadas por máquinas. ¿Ganará entonces lo mismo? ¿Realizará nuevas tareas? ¿Riesgo de desempleo? No sabemos aún el impacto final del cambio tecnológico sobre el mercado laboral, pero se anticipa que en determinados sectores la cosa se pondrá fea para los humanos.
Vea lo que pasó esta semana con el paro de trabajadores portuarios en EE.UU. Un breve resumen. El impacto económico de tres días de puertos detenidos fue gigante. Los sindicatos piden mayores sueldos, pero eso no es la piedra de tope. El tema es detener la automatización de los puertos. Los containers ya se organizan con algoritmos y grúas que no requieren manos. La amenaza sobre los empleos es evidente. Sin embargo, la modernización de los puertos urge. EE.UU. no tiene uno entre los 10 más eficientes del mundo y las máquinas podrían cerrar la brecha. ¿El rol de los humanos? Está por verse en una negociación que llegará a enero.
¿Y en Chile? El sector portuario ya está supercomplicado con la ventaja que está sacando Perú, así que busquemos otro ejemplo. ¿Ingredientes? Mucho permiso, trámite, papeleo, procesos manuales, burocracia lenta y agotadora. Fácil: el sector público. ¿Cuántas de las tareas realizadas ahí son automatizables?
Pregunta difícil, aún sin respuesta. Pero, para abrir la conversación, lo invito a analizar algunas de las tareas que desarrollan personas que trabajan para el Estado. Los datos de transparencia permiten hacerlo. La información está disponible para trabajadores a honorarios (sería bueno extenderla a planta y contrata).
Partamos con algunas de las “principales tareas” que realizan contratados en la Presidencia de la República: “planificación de actividades protocolares”, “coordinación de reuniones y actividades”, “monitoreo de contingencia”. ¿No hay aplicaciones de celular que hacen esto? En la poderosa Subdere se reporta “edición de minutas gráficas”, “redacción, revisión y análisis de oficios”, “catastro de publicaciones”, “informe quincenal de actividad en redes sociales”. En la Subsecretaría de Defensa se repiten “elaboración de presentación”, “difusión en redes”, mientras en la de Trabajo “se realiza memo”, “compra de pasajes”, “despacho y seguimiento de oficios”, “planificar agenda”, “revisión de literatura”, “anotar cada semana en el cuaderno los pendientes y recordatorios”.
Esta es una muestra de una larga lista. Entre quienes reportan estas tareas, los sueldos pueden superar los 5 millones al mes (agosto 2024). Claro, hacen otras cosas, pero si estas están dentro de las principales tareas ejecutadas, quizás un poquito de tecnología podría alivianar la pesada carga de trabajo y, al mismo tiempo, generar ganancias de productividad y mejorar el servicio a la gente.
El tema, obvio, es más amplio: ¿Cómo se integra cambio tecnológico a una agenda de modernización del Estado? ¿Será la automatización parte del remedio contra la permisología? ¿Qué pasará con el empleo público? Los humanos deben responder estas preguntas pronto, no hay que dejárselas a las máquinas.