No es algo de lo que se hable mucho y, cuando trasciende, se niega. Pero eso no significa que no pase.
En todos los clubes y federaciones del mundo, cuando a los directivos no les gusta cómo juegan sus equipos o seleccionados, o estos no consiguen los resultados esperados, generan “conversaciones de fútbol” con sus entrenadores.
Y aunque a estos diálogos se les trata de dar un cariz de un noble intercambio de ideas, en la mayoría de los casos se trata de una velada o escondida amenaza, una advertencia encubierta. Un “apriete”, en verdad, del dirigente hacia el DT, que da entender que si este no hace un cambio radical, que incluso sea contrario a sus principios, la posibilidad de un despido está cerca…
Ricardo Gareca ya tuvo esta “amable” y “distendida” conversación con sus empleadores de la Federación de Fútbol (de la ANFP, en realidad). Fue días antes de que el DT presentara la nueva nómina de la selección para los próximos partidos eliminatorios. Y si bien el encuentro fue calificado por las partes como “ameno”, está claro que hubo expresión de molestia y una especie de ultimátum por parte de los dirigentes, y aclaración de que no renunciará a su contrato, por parte del adiestrador. O sea, se transparentaron principios y posiciones de lado y lado.
Las cartas quedaron expuestas y la relación terminó su luna de miel para convertirse en una tensa convivencia.
Es que ya no hay “feeling”. Solo aguante…
Tras la pálida actuación en la Copa América y las consecutivas derrotas ante Argentina y Bolivia en las eliminatorias —que tienen hoy a Chile fuera de zona de clasificación al Mundial—, el escenario derivó en una especie de solapada guerra de trincheras.
Por un lado, el presidente del fútbol, Pablo Milad, habla en una entrevista con La Tercera y expone algo que parece ser una orden, impropia por parte de un lego: “Gareca va a cambiar el esquema”.
No solo eso. Milad dice que “se ve que falta un líder”, y que “queremos un Chile agresivo ante Brasil, un Chile que se atreva, donde haya personalidad, carácter en la cancha, como equipo”. Eso es más que una expresión de deseos. Es una lectura de cartilla.
El DT no se quedó atrás al informar que “algunos jugadores no contestaron al llamado”, describiendo con ello no solo mala disposición de algunos futbolistas, sino que, derechamente, incapacidad directiva de alinear a todas las partes en el objetivo superior de jugar por Chile e intentar llegar al Mundial.
Por eso Gareca, en esta pasada, quizás para demostrar que se siente poco grato, nominó más exponiendo las presiones que amparado en lo que realmente él cree y quiere. Ejemplos hay varios: no llamar a quien él considera el mejor arquero que tiene Chile para estas instancias (Arias), dejar fuera a un jugador que para él era el líder elegido (Isla), citar jugadores del medio local que en verdad no le gustan tanto (Zaldivia, Morales, Pavez y Tapia), para dejar fuera a otros que sí son de su mayor agrado (Meneses y Baeza), y así darle alguna dignidad y potencia a la liga local.
No hay dudas. El llamado a inspectoría de los dirigentes al DT de la Roja ya está causando efectos.
Caramba, en lo que puede terminar todo esto…