Al llegar al estadio, Pablo Milad no hizo declaraciones. “Por cábala”. Al retirarse, no dijo una sola palabra, a pesar de la insistencia periodística. ¿Por qué? No se sabe, pero está claro que todo lo que diga “puede ser usado en su contra”. Él es la cabeza de un organismo enfermo. Enfermo grave. Los que sabemos que hubo años muy oscuros en el historial del fútbol chileno, entendemos que siempre puede ser peor… pero nunca tanto como hoy.
No porque hayamos perdido por primera vez con Bolivia como locales en clasificatorias mundialistas. Total, hoy cualquiera le gana a cualquiera, como dijo Gareca en su análisis más certero. Antes había dicho que nuestra selección no ha retrocedido y que le gustó cómo jugó. Lógico: él no siente lo que sentimos los chilenos ni tiene una noción precisa de nuestro desarrollo histórico y sus avances y retrocesos.
Nosotros, que somos futboleros sintientes, sentimos que estamos en el fondo. Y como algo sabemos, tenemos claro que no queda nada para rescatar del actual estado de cosas. Que no va a cambiar si en la próxima fecha le ganamos a Brasil, que hoy puede perder con cualquiera. Ni cambiará si se va Gareca antes de terminar su contrato.
¿Sabe por qué? Porque él no es culpable de nada importante. Ni siquiera de llegar, pues no se vino a ofrecer, lo llamaron. Lo más serio de sus errores fue hacer sufrir a Ben Brereton reemplazándolo a la media hora de juego solo para intentar reparar una equivocada planificación (sin ningún resultado). Lo demás son detalles, pues de todos modos el partido se pudo empatar e incluso ganar a este sorprendente combinado boliviano.
Nuestro fútbol es cada vez menos chileno. Los clubes están en manos extranjeras que toman las decisiones de avance o retroceso desde la organización máxima del profesionalismo (lo que nada tiene que ver con el nacimiento de las sociedades anónimas deportivas), entre ellas, el número de foráneos admitidos por equipos. ¿Qué les puede importar a ellos la formación de jugadores, salvo como mercadería comerciable, pues en su mayoría están vinculados a la compraventa de futbolistas?
Pero es imposible resolver el tema, ya que cuentan en la presidencia con alguien que no tiene ninguna capacidad para ejercerla, como Pablo Milad. Como comentarista de un programa radial le pedí a Sergio Jadue la renuncia durante una entrevista colectiva. No renunció, obviamente, pero a Milad se la pide todo el periodismo independiente. Todo el país, en realidad. Y responde con un silencio culpable.
Es, sin duda, el primero que debe irse. Bajo su mando se fueron Reinaldo Rueda, Martín Lasarte y Eduardo Berizzo. Ahora le toca a Milad. Ya basta.