A menos de dos meses de la elección presidencial de Estados Unidos, Donald Trump y Kamala Harris están virtualmente empatados, según encuestas que miden los votos electorales.
En cambio, en sondeos de la votación popular, indicativa, aunque no determinante, Kamala superaría a Trump por más de tres millones de votos, en un universo del orden de 158 millones. En recientes elecciones, Al Gore superó en alrededor de 500 mil votos a George W. Bush y fue derrotado. A la inversa, Donald Trump resultó triunfador con cerca de tres millones de votos menos que Hillary Clinton.
Sucede que la elección presidencial norteamericana no se decide por voto popular, sino por votación indirecta, a través del Colegio Electoral, por la mayoría de sus 538 electores, en que cada Estado dispone de tantos electores como senadores y representantes elige, y el candidato ganador en el respectivo Estado se lleva todos los electores de aquel. Washington DC agrega tres electores.
Lo concreto es que ninguna de las dos candidaturas por ahora reuniría 270 electores del Colegio. La disputa está en siete Estados, de incierta y cambiante preferencia entre republicanos y demócratas, tres encuestados a favor de Trump, otros tres a favor de Kamala y el séptimo en empate, todos por márgenes más o menos reducidos.
El ascenso espectacular de Kamala es aún insuficiente para aventajar con holgura a Trump. Favorece a la vicepresidenta disponer sobre 130 millones de dólares más que su competidor para avisaje y gastos de campaña, su empatía y su posición más popular respecto del aborto. Le perjudican dudas sobre sus capacidades, desconocimiento y falta de credibilidad sobre su agenda, con algunos renuncios.
El debate televisivo presidencial del martes próximo puede ser decisivo para el futuro de Kamala. Entonces deberá probar su competencia y resistencia frente al implacable Trump, que en ocasión similar derrumbó a Joe Biden.
Trump, obligado a remontar, en el último tiempo ha logrado mantener en suspenso, hasta después de la elección, y alejarse de los cuatro caóticos procesos criminales que lo desprestigian. Más importante, recibe mayor confianza popular en gestión económica, migratoria y de seguridad ciudadana, temas clave para el electorado.
Muchos sostienen que en las elecciones, más que votar por un candidato, se vota en contra del otro, y Kamala registra significativamente menos rechazo que Trump.
Restan un mes y semanas para la elección del 5 de noviembre. En el intertanto, todo puede cambiar. Al final no habrá empate, solo un ganador, aunque sea por un voto. Y Trump es un mal perdedor.