Señor Director:

El último boletín de estadísticas vitales del INE, dado a conocer esta semana, debiese alertarnos como sociedad: la tasa de natalidad en Chile no solo cae en picada de manera dramática, sino que además no se avizora que al mediano plazo esta pueda volver a repuntar. Y sin embargo, increíblemente, no nos alerta. Nadie habla de este tema. No se ve que sea prioridad para nadie, no solo el hecho de que nos vayamos envejeciendo —y volviendo cada vez más solos—, sino que además vayamos desapareciendo.

Uno de los tantos motivos es la difícil conciliación de la mujer para criar hijos y trabajar. Un fenómeno contemporáneo que comparten varios países de manera transversal y que debiese hacernos reflexionar sobre qué estamos haciendo los chilenos para fortalecer a la familia (y a todos sus miembros), reconociendo y preservando el don de las mujeres para dar vida.

Soy plenamente consciente del desafío enorme que implica formar familia hoy, así como el compromiso para toda la vida que tanto incomoda a la generación actual. Pero ¿acaso fue fácil para nuestros padres, abuelos y bisabuelos? Muchos de ellos, enfrentados a situaciones inconcebibles para nosotros y, sin embargo, tuvieron la valentía, esperanza y generosidad de acoger el don de la vida. Aun en la adversidad.

En este Mes de la Patria que comenzamos, Dios quiera que comprendamos que nuevas generaciones significan por todos lados un crecimiento humano; en lo espiritual, social, emocional e incluso económico. Es este aspecto de humanidad, de comunidad humana, lo que verdaderamente rejuvenece a una sociedad, proyectándola hacia el futuro en su conjunto.

Mons. Fernando Chomali
Arzobispo de Santiago