Me estaba cansando el tema PC/Venezuela. Parecía que ya no daba para más. Los comunistas son raros no más, pensaba, dejémoslos así. Pero los acontecimientos de los últimos días me han demostrado que mi aburrimiento era inapropiado, porque el tema se ha vuelto más alarmante que nunca. La situación en Venezuela ha empeorado y la conducta de los comunistas es cada vez más extraña.
Primero, el notable acto en el Tribunal Supremo de Justicia de Caracas, el 22 de agosto. Entra rauda Caryslia Beatriz Rodríguez Rodríguez, presidenta de su “Sala Electoral”. Está de toga, negra con rojo, y luce una medalla dorada que le cuelga de una cinta con los colores de la bandera venezolana. Se sienta entre los otros dos jueces. Saluda a las dignidades presentes —entre ellas, al “doctor” Tarek William Saab y al “doctor” Elvis Amoroso— y empieza a leer un texto. Tras acusar a Edmundo González de desacato, ratifica “de manera irrestricta e inequívoca” el triunfo de Maduro. Algo le tiemblan las manos, lo que acentúa el brillo de sus anillos y pulseras. Pero en la cara de Caryslia no se ven dudas: está férreamente comprometida con la farsa a la que se presta.
Impresionante el civilizado contraste que despliega ese mismo día el Presidente Boric, cuando escribe en X que “el TSJ termina de consolidar el fraude” con una “sentencia que estará signada por la infamia”.
Pero lo más increíble empieza el sábado 24. Para reflexionar sobre Venezuela, se encierra en secreto la Comisión Política del PC. Entre ellos están sus tres ministros. La reunión es de cinco horas, lo que hace suponer una discusión ardua. Seguro que van a recapacitar, pensamos. Pero según explica Carmona el domingo 25 en TVN, les brota como por mística un “pensamiento sintetizado”, que concluye que no caben cambios en la posición del partido. Confirma Carmona, entonces, que Venezuela no es una dictadura. Porque tiene “separación de poderes”, dice. ¡O sea, los “doctores” Saab y Amoroso y Caryslia Beatriz Rodríguez Rodríguez ejercen poder independiente del gobierno! Mientras tanto, si bien los ministros PC dicen el lunes 26 que sus opiniones “personales” están subordinadas a la política internacional que dicta el Presidente, no revelan cuáles son esas opiniones personales. Evitan contrariar a Carmona.
En Venezuela, la mentira tiene coreografía. Es ceremoniosa. Se viste de togas, de negro y rojo. Invoca al Libertador. Así de flagrante es en sus burdos simulacros de institucionalidad. Como lo son en general las mentiras de las dictaduras, cuyo propósito es demostrar que ellos son dueños de la verdad, que incluso les gusta que se sepa que mienten, porque así la gente les teme más, sabiendo que no los limita ni la verdad ni la razón, que son capaces de cualquier maldad.
¡Y a eso se pliega el PC!
¿Por qué? Son inteligentes en el PC. No pueden no saber que en Venezuela mienten. ¿Será por lealtad ideológica? Pero no pueden no saber que el gobierno de Venezuela no es ni siquiera de izquierda, sino algo muy distinto: es una organización criminal, narcotraficante y depredadora de bosques nativos al explotar o apoyar nefastas minas ilegales. ¡No puede ser eso lo que el PC admira! ¿Qué es entonces? ¿Es el odio a Estados Unidos? Dice Manuel Riesco que basta que los “yanquis” estén en contra de Maduro para que él esté a favor. Viene a la mente el viejo chiste del comunista que va a protestar a la embajada de Estados Unidos porque su mujer le puso el gorro. ¿O son los generosos regalos de dinero en efectivo que el chavismo ha repartido en América Latina y Europa?
Son preguntas legítimas para hacerle a un partido tan enquistado en el gobierno.
Una última cosa. Detrás del chavismo han estado, siempre, los cubanos. Sería genial que el Presidente los criticara también. Con la credibilidad que ha acumulado, él tiene la oportunidad de ser una buena influencia mundial en ayuda de los venezolanos y cubanos que sus dictaduras oprimen.