Por años, se ha postulado que uno de los motivos por los cuales el fútbol chileno fue perdiendo potencia competitiva en Sudamérica (no hay que olvidar que a principios del siglo XX se estaba en la línea inmediatamente inferior a los gigantes del Río de La Plata) se debió a la cercanía que tenía con el potente balompié argentino.
Chile, en verdad, oscureció ante la sombra del sólido tronco y frondoso ramaje de su vecino, de acuerdo a la perspectiva de varios analistas…
Está claro que algo de eso hubo. El desarrollo del fútbol trasandino fue rápido y multiplicador, lo que derivó no solo en una diferencia de nivel en la cancha, sino que también en un marcado desbalance en el proceso organizativo. Los argentinos se profesionalizaron en todo aspecto mucho antes que los chilenos.
Esta lejanía de ambas realidades se fue profundizando y el fútbol chileno se fue convirtiendo para los argentinos no en un posible proveedor de figuras, sino que, por el contrario, en una especie de mercado alternativo al que podía abastecer debido a la gran cantidad de jugadores y entrenadores que fue produciendo y que desbordaban su propia capacidad.
Por eso, por mucho tiempo y a pesar de algunas excepciones (Iván Mayo, Sergio Livingstone y Eladio Rojas), prácticamente no hubo presencia de chilenos en clubes de nivel superior en Argentina.
Tal tendencia solo se quebró tras la extraordinaria presencia de Marcelo Salas en River Plate, ya a fines del siglo.
Lo del “Matador” fue un hito. Porque si bien a partir de su gran paso por Argentina el marcado trasandino no se abrió en forma indiscriminada para los chilenos, sí dejó abierta la posibilidad a la llegada de jugadores nacionales cada cierto tiempo, varios de ellos con buenos resultados (Alexis Sánchez en River, Gary Medel en Boca Juniors, por ejemplo).
Lo bueno es que el “efecto Salas” ha seguido germinando. Al punto que hoy Argentina es un mercado posible, deseable e interesante para los jugadores nacionales en varias formas.
Para algunos, como Gary Medel (Boca), Gabriel Arias (Racing) y Matías Catalán (Talleres), es el lugar donde pueden mantener sus niveles competitivos altos y así seguir en la mira del DT de la Roja.
Para otros, como Paulo Díaz (River Plate), Williams Alarcón (Huracán), Rodrigo Echeverría (Huracán), Bruno Barticciotto (Talleres) y Javier Altamirano (Estudiantes de La Plata), es la vitrina para su visibilización en su plan para consolidar sus carreras deportiva y económicamente, en ese o en otros mercados.
No es poco. El mercado argentino —es decir, el del campeón del mundo— está hoy siendo una opción para los futbolistas chilenos como pocas veces antes aconteció, y en momentos en que las ligas de Europa —salvo Rusia— no parecen muy interesadas en apuestas nacionales, como sí pasó en los últimos 10 años por efecto del buen rendimiento de la selección nacional.
Y lo mejor es que, como ha quedado claro este año, los futbolistas chilenos pueden responder, en general, a las expectativas y a las exigencias de un torneo de mucho mayor nivel que el local.
Es un paso adelante. Una buena noticia