El desarrollo de la inteligencia artificial (IA) —sistemas que exhiben comportamientos inteligentes, como el aprendizaje, el razonamiento y la resolución de problemas— es toda una revolución que abre oportunidades para dar un salto en productividad en todas las esferas de la sociedad: empresas, administración pública, sociedad civil. Esta revolución ha generado al mismo tiempo una gran preocupación sobre sus potenciales efectos en el mercado laboral, especialmente considerando los impresionantes avances de los últimos años. Algunos, como Elon Musk, proclaman que llegará un punto en el que no habrá demanda por empleo. Sin embargo, otros creen que los posibles efectos negativos en el empleo son manejables. Esta discusión de desempleo tecnológico ha ocurrido en revoluciones industriales anteriores (Keynes, Solow).
En este contexto, los principales efectos de la IA se manifestarían en la capacidad de generar ingresos de los distintos tipos de trabajadores. David Autor, reconocido economista laboral del MIT, sostiene que, dado que las competencias de un trabajador son el principal determinante de sus ingresos laborales, el efecto de la IA se manifestará en un cambio en el valor y la naturaleza de las competencias requeridas para realizar una tarea específica. Por ejemplo, los trabajos que requieren poca capacitación o certificación generalmente se encuentran en la parte baja de la escala salarial, mientras que aquellos que requieren mucha capacitación y certificación suelen estar en la parte alta.
La demanda por competencias está cambiando constantemente, en particular con los avances tecnológicos, pero también por cambios en gustos y preferencias y por el crecimiento dispar de diversos sectores productivos, mientras que la oferta de competencias cambia más lento mediante la educación y la capacitación laboral. Así, los avances en el uso de la tecnología de la información post 1970 favorecieron a la fuerza laboral que pudo hacer un mejor uso de ellas, como ingenieros, arquitectos, especialistas en computación y profesionales en general. Al mismo tiempo, estos avances afectaron negativamente a empleos que requerían capacidades intermedias, como trabajos administrativos y operarios de fábricas, que terminaron siendo sustituidos por la tecnología de la información y se vieron obligados a buscar empleo en actividades de más baja remuneración. En este proceso, la fuerza laboral sin educación universitaria completa vio deteriorada su posición relativa de ingresos.
No obstante, la IA tiene el potencial de beneficiar a este grupo de trabajadores mediante la adquisición de nuevas capacidades, creando competencias para los profesionales actuales y mejorando su posición relativa. Como la IA adquiere conocimiento tácito del análisis de una cantidad masiva de información relacionada y aprende de ejemplos, esta tecnología puede beneficiar a educadores, profesionales médicos, analistas financieros, periodistas, personal de seguridad, policías y programadores, entre otros. En palabras de autor, “la IA ofrece a la humanidad una oportunidad para hacer retroceder el proceso iniciado por la informática, para ampliar la relevancia, el alcance y el valor de la experiencia humana para un conjunto más amplio de trabajadores”(Applying AI to Rebuild Middle Class Jobs, 2024).
En cuanto a los efectos agregados que puede generar la IA en el mercado laboral, solo se puede especular a estas alturas porque estamos en las primeras etapas de esta revolución. La IA terminará automatizando las tareas principales de algunas ocupaciones, eliminando otras y alterando en forma importante las que queden. Sin embargo, al mismo tiempo, dará origen a nuevos bienes y servicios, generará nuevas demandas por ciertas competencias y trabajos y abrirá nuevas posibilidades para el progreso humano. Además, la IA, a través de sus efectos en la productividad agregada de la economía o productividad total de factores, que es el principal determinante del crecimiento sostenido, puede dar un impulso al PIB y con ello, aumentar la demanda por bienes, servicios y trabajo.
Los efectos en el mercado laboral dependerán también del curso que tomen los desarrollos de la IA, los cuales dependen a su vez de las instituciones y políticas que gobiernen su desarrollo. Estas políticas debieran crear incentivos adecuados para orientar la IA hacia la complementariedad con el trabajo en vez de su reemplazo (Brynjolfsson y Unger, 2023; Acemoglu y Johnson, 2023).
Los desarrollos de la IA tienen implicancias importantes para el campo de la educación, la capacitación laboral y la estructura organizacional y gerencial de las empresas. Para maximizar los beneficios y minimizar los costos de la IA en el mercado laboral, el sistema educativo debe orientarse a proveer las nuevas habilidades que demanda la IA. Para ello, se requiere que los currículums se adapten para desarrollar competencias complementarias a los avances de la IA o que permitan aumentar las posibilidades de beneficiarse de sus desarrollos. Esto incluye la preparación en áreas tales como manejo de datos, uso de las nuevas tecnologías y algoritmos, así como el desarrollo de habilidades como la creatividad, el pensamiento crítico, la solución de problemas y el trabajo en equipo. En cuanto a la capacitación laboral, es necesario fortalecer los programas de reentrenamiento, orientándolos a desarrollar habilidades y competencias complementarias a la IA.
El efecto neto final de estas fuerzas en el mercado laboral no se puede predecir a priori. El resultado dependerá de cuál de estos efectos domine y de la evolución que tomen los desarrollos de la IA. Esta evolución, a su vez, dependerá del sistema legal, el cual no fue creado para una tecnología que se nutre de millones de datos que pueden afectar la propiedad intelectual de terceros.
Para que los beneficios de la IA se puedan aprovechar en Chile es fundamental, antes que todo, mejorar el sistema educacional y de capacitación laboral para preparar a la fuerza laboral del futuro. Además, es crucial evitar regulaciones del mercado laboral que encarezcan el trabajo, porque esto podría acelerar el reemplazo de los trabajadores por la IA, en lugar de convertirse en un complemento para aumentar la productividad y los ingresos de los trabajadores. Así, los beneficios que origine la IA pueden ser compartidos de manera más equitativa en nuestra sociedad.