Solange (45) llegó a Maipú desde Caracas en los 90. El PIB per cápita de Venezuela era casi 60% superior al de Chile —para los vecinos, venían del futuro—, pero sus padres olieron que algo andaba mal en lo que era el país más rico de la región y emigraron. Nacido en Lima, Ángel lleva casi 10 años en La Cisterna. Trabaja en una empresa de radiotaxis. “Allá no había trabajo”, dice mientras maneja. Chile tenía un ingreso per cápita casi el doble que el peruano cuando su familia optó por la “chamba”.

El debate por el oportunismo político en el tema del voto obligatorio —si James Carville asesorara hoy en Chile, su frase sería “Es la política, estúpido”—, con la arista del voto de extranjeros, permite reflexionar sobre qué factores definen las preferencias electorales de la gente.

¿Importan las circunstancias económicas de corto plazo? Algo. Al menos en el caso de las elecciones presidenciales, desempleo e inflación del momento moldean las preferencias de los votantes. Pero probablemente solo en episodios históricos muy particulares la decisión expresada en la urna se determina mayormente por el momento económico. Mucho más importante puede ser la acumulación de vivencias. En base a ellas definimos muchas decisiones y las políticas no son excepciones.

Esto puede nutrir el optimismo de quienes creen que la gran farra económica de Chile de la última década (más que el Imacec del mes) podría jugar un rol en cómo el votante se prepara para la seguidilla de procesos electorales que se avecinan. Sería un motor de cambio.

Tengo dudas. Sí, las décadas de éxito económico se extrañan. Sí, “La alegría ya viene” y “Chile al desarrollo” configuraron un relato tan épico y potente que aún marca a muchos votantes. Sin embargo, el autoflagelante descrédito de esos éxitos, sumado al colchón de recursos e institucionalidad heredada, han permitido postergar (incluso negar) la discusión de fondo: creciendo un 2%, Chile necesitará suerte para sostener la actual calidad de vida de su gente.

Entonces, genera curiosidad si y cómo los extranjeros se manifestarán en las urnas en las próximas elecciones. Desde la obtención de un permiso de residencia temporal y luego de cinco años avecindados en el país, ellos recién pueden ejercer el derecho a voto. No es gente que esté de paso. No quieren otra farra. Optaron por un país que ofrecía oportunidades. ¿Estarán frustrados por el estancamiento? ¿Parecido a la antigua casa?

Más de 510 mil extranjeros pueden votar en el país. Más de 30% son peruanos. Su país continúa con una crisis institucional profunda. Cerca de 34 mil son venezolanos (no tantos, aunque el número creció 380% entre 2020 y 2022). Hoy el PIB per cápita de Chile es casi tres veces el de Venezuela (¡farra de farras!). Electores como Solange y Ángel tienen experiencias de vida valiosas. Alguna vez se preguntaron (en serio) por qué un joven tiene que enfrentar peores condiciones de vida que la generación precedente. ¿Estará Chile lejos de eso? Hay que valorar sus votos.