Forzar la renuncia de un político experimentado parece arriesgado. Más cuando se trata de Joe Biden, Presidente por cuatro años, vicepresidente por ocho y senador por treinta y uno, en medio de su campaña, contando con financiamiento y respaldo en las primarias para ser nominado por la Convención Demócrata a fin de reelegirlo.
El error de la repostulación de Biden es obra del vértigo de muchos políticos por mantenerse en el poder, sin estar en condiciones de seguir ejerciéndolo ni considerar los daños que su permanencia en sus cargos podría causar.
Este jueves cientos de millones de telespectadores evidenciaron nuevamente los balbuceos del Presidente, su mandíbula repetidamente abierta manifestando desconcierto en el tiempo y lugar, asustado ante Trump, incapaz de aprovechar su indiscutida experiencia, por agotamiento de sus capacidades para liderar la primera potencia del mundo cuatro años más. Su participación en el debate fue lamentable desde sus inicios. Al ingresar a la sala no sabía cómo dirigirse al lugar que le correspondía: pidió que se le volviera a indicar cuál era su sitio.
Aunque sea otra manifestación del narcisismo de Trump, parecería estar en lo cierto cuando afirmó que las manifiestas debilidades de Biden impedían defender los intereses de Estados Unidos en el mundo, contrastándolo con la autoridad que él podía transmitir, poniendo, por ejemplo, la necesaria para contener las amenazas y atrevimientos de Putin.
¿Y ahora qué? Aunque le fuera indigno, Biden debería renunciar a su postulación lo antes posible. Si lo hace, confirmaría su decencia y el propósito declarado de su candidatura, impedir los peligros para la democracia y para la seguridad mundial representados por Donald Trump. Biden, en sus actuales condiciones, no puede evitar esos riesgos y un buen reemplazante tal vez lo podría lograr. Alcanzar ese objetivo es responsabilidad de los líderes del Partido Demócrata que, de lo contrario, cargarán un peso inmenso frente a la historia, Estados Unidos y el resto del mundo.
El problema es que el Presidente descarta renunciar.
Nunca es tarde para corregir gruesos errores. Las debilidades de Biden eran evidentes desde hace largo tiempo. Los dirigentes de su partido lo sabían y prefirieron eludirlo. Ahora deben reparar esa grave omisión y están a tiempo para forzar la renuncia. Sin el apoyo del partido la candidatura no puede prosperar. Por lo demás, Biden aún no ha sido formalmente nominado por la Convención Demócrata como su candidato para las elecciones del 5 de noviembre.