Carlo Ancelotti, el técnico del Real Madrid, es un crack. Su triunfo ayer en la final de la Champions aumentó su leyenda: cinco copas en seis finales. Pero fíjese que él no siempre pintó para campeón.
“Don Carlo”, como lo apodan en España, partió como técnico del modesto Reggiana (Serie B) para luego pasar al Parma (A) en 1996. Tenía solo 37 años y su inmadurez era tema.
Convencido de que un 4-4-2 (sin un 10) era óptimo, el joven entrenador no ajustaba la estrategia en la cancha. Era tal su porfía que incluso luego del fracaso de su primera temporada en Parma dejó partir a Gianfranco Zola al Chelsea, pues el ídolo no calzaba en su rígido esquema. Sus equivocadas convicciones no pararían.
En la temporada siguiente, el equipo tenía listo el fichaje del gran Roberto Baggio. Pero Ancelotti consideró que “Il Divino Codino” tampoco calzaba con su estrategia y paró su arribo. Le dijo “Roberto, no hay espacio para ti”, sin sospechar que Baggio sería figura en Bologna. Como el técnico ha reconocido, ese fue el gran error en su carrera y lo llevó a reevaluar sus convicciones futbolísticas. Ancelotti tenía talento, pero le faltaba madurez. Con Parma no ganó nada.
Su llegada a Juventus forzaría su evolución. ¿Quién era el 10? Un tal Zinedine Zidane. Frente al potencial del equipo, ahora Ancelotti se ajustó. Dejó su rígido enfoque, apostó por el pragmatismo y el resto es historia: títulos en Inglaterra, Francia, Alemania, Italia y España. Su triunfo de ayer fue con un Madrid jugando un 4-3-1-2, pura pericia.
Y cómo son las cosas. Lejos y casi a la misma hora, el Presidente Boric ayer también jugaba un partido clave. Había expectación económica frente a la tercera Cuenta Pública de quien, como el Ancelotti del Parma, aún no cumple 40 años. ¿El foco? El crecimiento.
Todas las proyecciones indican que, por un pelo, el gobierno del Presidente Boric evitaría ser el de peor desempeño desde el 90. Y con la frase “Chile necesita crecer más”, el primer mandatario confirmó que el tema le preocupa.
Sin embargo, no fue fácil captar de su discurso una evolución ideológica en esa dirección. Por ejemplo, su confianza sobre la Estrategia Nacional del litio desconoce los riesgos de un enredado modelo que pone al Estado en el centro. Por el bien de Chile, ojalá que el litio no sea para el Presidente lo que Baggio fue para Ancelotti. Sería un aprendizaje carísimo: si los capitales no llegan, la cosa se pone fea.
Lo bueno es que el 2024 ha traído suerte. El alto precio del cobre es una oportunidad (nivel Zidane). Transitorias holguras y mejores cifras pueden alentar a los privados. Y lo invito a soñar: imagine que, como ese “Don Carlo” sub 40, el Presidente ajusta su ideología frente a la situación. Un par de medidas promercado y aceleraría aún más la actividad. Sí, quizás disgusten a sus fanáticos, pero quién sabe. Con buenos resultados por un real cambio de visión, Gabriel Boric podría posicionarse con los años como el Ancelotti de un sector que a nivel mundial tiene pocos logros que mostrar.