Su fidelidad a la doctrina comunista se mantuvo hasta el último de sus días, el 29 de mayo de 1994, fecha en que el expresidente de la desaparecida República Democrática Alemana, fallecía en su casa de la comuna de La Reina, víctima de un avanzado cáncer hepático. Tenía 81 años.

“Erich Honecker se encontraba residiendo en Chile desde el 14 de enero de 1993, luego que el Tribunal Constitucional de Berlín ordenó su puesta en libertad debido a su delicado estado de salud, y que el gobierno del Presidente Aylwin autorizó su ingreso al país por razones humanitarias”, informaba “El Mercurio”.

Hasta la residencia de Honecker llegaron a dar el pésame, entre otros, Hortensia Bussi. “El único consuelo es que murió rodeado de sus familiares y que lo libramos de la cárcel”, señaló la viuda del ex Presidente Salvador Allende. A su vez, el ex secretario general del PC chileno, Luis Corvalán, quien reconoció que le costaba hablar por la pena que lo embargaba, expresó que había “muerto un gran luchador y un gran revolucionario”.

“Las honras fúnebres se realizaron en el Cementerio General sin la presencia de autoridades de Gobierno y en medio de manifestaciones de chilenos que vivieron como exiliados en la ex-RDA y de dirigentes y militantes comunistas y socialistas”, se leía. En el lugar, la viuda y la hija del ex jerarca alemán recibieron las condolencias, entre otros, del presidente del PS, diputado Camilo Escalona: del ex secretario general del PS, Carlos Altamirano; del senador de esa colectividad Ricardo Núñez; del ex ministro y dirigente del PS Enrique Correa; del senador Anselmo Sule, presidente del Partido Radical Socialdemócrata, y de la mayoría de los miembros del Comité Central del Partido Comunista.

“Un elemental deber de gratitud nos mueve a los socialistas chilenos a estar en esta dolorosa circunstancia”, afirmó en su discurso el dirigente PS Clodomiro Almeyda, quien añadió, eso sí, que su presencia en el Cementerio no obedecía solo a la gratitud, sino que al reconocimiento y respeto por un hombre que fue fiel hasta la muerte a su causa, lo que, agregaba, era más significativo en momentos en que el “pragmatismo acomodaticio” parecía haberse convertido en parámetro de la conducta humana.

Luego de este discurso, un músico de Inti Illimani interpretó una canción en charango, al cabo de lo cual el ataúd que contenía los restos de Honecker ingresó al crematorio.

En Alemania se emitieron fuertes críticas contra Honecker. La prensa lo recordó como el “arquitecto del Muro de Berlín” y responsable de las muertes de miles de personas que intentaron cruzarlo.