Se acerca la temporada presupuestaria en que florecerán las necesidades de gasto público y las restricciones para hacerles frente. Volvamos entonces a pensar en lo más fundamental: ¿Cómo volver a crecer? Sin crecimiento, todo es más difícil. El Banco Central proyecta un crecimiento entre 1,5% y 2,5% en 2025 y 2026. Llevamos una década así. En Enade hubo acuerdo transversal: hay que salir del mal equilibrio, el punto es cómo.
El problema es el estancamiento de la productividad (PTF) desde mediados de los años 2000. Las explicaciones incluyen rendimientos decrecientes de la apertura comercial y las privatizaciones y el menor efecto del ahorro previsional. Hay problemas sectoriales en minería, pesca o silvicultura, el esfuerzo en investigación y desarrollo es bajo y la relación empresa-universidad es nula. Hay temas tributarios, de reforma del Estado e incluso de sistema político.
La explicación más genérica es esta: la PTF refleja la forma como interactúan capital y trabajo. Chile puede crecer acumulando capital, trabajo o difundiendo cambio tecnológico. Ese crecimiento se puede amplificar si la interacción entre capital y trabajo es virtuosa, o reducirse hasta desaparecer, si es conflictiva.
Hay muchos tipos de capital. En Chile es crítico el “capital natural”, es decir, la dotación de recursos naturales que utiliza la economía. Así, nuestro problema es la mala interacción entre trabajo, capital y medio ambiente. Los empresarios sienten que el Estado favorece a los trabajadores, mientras a ellos los llenan de regulaciones ambientales. Los trabajadores se quejan de los bajos salarios y muchos optan por la informalidad. Los ambientalistas se resisten a casi cualquier proyecto de inversión.
Consultado recién por el Consejo CTCI por este tema, en un informe planteé que, para destrabar este círculo vicioso, es necesario un ejercicio de empatía del cual surja un “objetivo común de crecimiento”. ¿De dónde puede salir? Conversando. Los trabajadores necesitan empleo y perspectivas salariales, para lo que las empresas deben invertir y crecer. Los empresarios necesitan honrar sus compromisos y retribuir a quienes proveen capital que hace posible lo anterior. Estimo que el límite inferior de crecimiento es 2,5%. Pero el crecimiento no puede hacerse a cualquier precio ambiental porque queremos gozar de la naturaleza y reducir la conflictividad. El límite superior estimo que está en un 5,5%. Así, todos podrían ver sus expectativas satisfechas si crecemos al 4%.
Ese 4% requiere más que solo inversión. Para que todos puedan ver sus expectativas satisfechas, la PTF debe crecer al menos 1%. Comparado con un promedio levemente negativo desde 2005, 1% es mucho. Recordemos que la Comisión Marfán estimó que el proyecto de “permisología” podría aumentar el crecimiento en 0,24% al año por 10 años, suponiendo que es exitosa. Falta para llegar al 1%. La pregunta es: ¿cómo hacer que empresas, trabajadores y el Estado hagan mejor aquello que hacen y colaboren más entre ellos?
Necesitamos que algo coordine sus decisiones, pero en democracia. Una inspiración son las expectativas de inflación coordinadas por la meta del Banco Central. Nuestro ejercicio es más difícil que en política monetaria: el “4%” requiere legitimidad. Un objetivo compartido de crecimiento haría que cada actor sepa qué hacer. El fisco podría poner metas de eficiencia a sus servicios, los trabajadores sabrían qué incremento salarial es sostenible, los ambientalistas cuánta inversión requiere Chile y las empresas podrían tener un horizonte de más largo plazo, menos riesgoso. Es difícil, pero ¿no valdrá la pena innovar en esto?
Guillermo Larraín
FEN, U. de Chile