“Desde los cuatro años yo corro riesgos y nunca me pasó nada. Jamás tuve un accidente serio”, afirmaba el profundamente religioso piloto brasileño de Fórmula Uno. Sin embargo, el 1 de mayo de 1994 enfrentó sin suerte la curva Tamburello del circuito de Imola (Italia), muriendo posteriormente en el hospital Maggiore de Bolonia. Tenía 34 años.

“Ayrton Senna murió después del violentísimo accidente que sufrió en la séptima vuelta del Gran Premio de San Marino, cuando su Williams Renault impactó a más de 250 kilómetros por hora contra los muros de protección”, informaba “El Mercurio”.

La noticia provocó consternación en el mundo del deporte. Sobre todo en Brasil, donde era uno de sus símbolos deportivos. El Presidente Itamar Franco sufría con toda la nación “la muerte de un joven de coraje y honrado que mostró al mundo la capacidad de un pueblo (...) ayer mismo él asumió la responsabilidad de protestar contra los cambios del reglamento del campeonato de Fórmula Uno, que había originado la muerte de un colega y heridas en otro brasileño”. En efecto, el de Senna fue el cuarto de los accidentes registrados aquel fin de semana en el circuito. El día anterior había muerto el austríaco Roland Ratzenberger.

A juicio del piloto chileno Eliseo Salazar, el incidente fatal “no fue un error humano, sino una falla mecánica, probablemente de algún elemento de la suspensión que al romperse ocasionó el fuera de pista”. Asimismo, se refería al paulista como el más talentoso de la historia de la F-1: “Su determinación, compromiso y obsesión a toda prueba para con el automovilismo, más sus increíbles condiciones naturales, lo habían prácticamente convertido en invencible, con 65 pole positions, 41 victorias y tres títulos mundiales”.

Lo cierto es que, a juicio de la prensa brasileña, tuvo el mayor entierro registrado en toda la historia del país. Fue sepultado en un discreto cementerio de São Paulo y casi un millón de personas salieron a las calles para despedirlo: “Durante sus funerales, el Ejército le rindió honores de jefe de Estado. Aviones de la Fuerza Aérea pasaron en formación sobre el cementerio y una escuadrilla de aparatos de acrobacia dibujó en el cielo un corazón con una letra ‘S' en el medio”.