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Editorial
Sábado 27 de abril de 2024
Lo que deja la Enade
''Sin logros que permitan acelerar el crecimiento futuro, el Ejecutivo parece refugiarse en los esfuerzos por resolver los desequilibrios macroeconómicos. Para el mundo empresarial, la insuficiencia de tal agenda explica la frustración, crítica y tensión evidenciadas en Enade 2024''.
La temprana llegada del público dio cuenta del interés por el encuentro empresarial, cuyo lema este año fue: “Contra el inmovilismo”. Las tensiones de los días previos, producto de controvertidos comentarios de autoridades y de críticos análisis incluidos en las memorias anuales de las principales compañías del país, pueden haber aumentado las expectativas. A esto se agregan los mediocres resultados económicos de los dos primeros años de la administración Boric, fuente natural de insatisfacción en el sector privado. Y ello, sin olvidar el frustrante recuerdo del evento de 2023, abundante en discursos que promovían los acuerdos, pero sin un aterrizaje en contenidos, y que tendría su epílogo con el anuncio, horas después, de la estrategia nacional del litio.
Esta vez, los empresarios, representados por el presidente de la CPC, Ricardo Mewes, tuvieron una posición clara y precisa, demandando de las autoridades resolver tres dimensiones que afectan estructuralmente la economía nacional y, en particular, la inversión: la inseguridad, la modernización del Estado y la necesidad de un sistema tributario que incentive la actividad.
Crecimiento: Una meta inocua
Desde un punto de vista económico, el discurso del Presidente Gabriel Boric no ofreció grandes novedades ni respuestas a las dudas empresariales. Sí insistió en lo que hasta ahora emerge como tal vez el mayor logro de su gobierno en este ámbito: la exigua variación de 0,2% del PIB el 2023, luego de que distintos pronósticos anticiparan cifras negativas. Y junto con ello, explicitó algunos desafíos y metas para los dos últimos años de su administración.
Así, en materia de crecimiento, se autoimpuso hacerlo en los próximos años a una cifra mayor que el promedio de los últimos ocho. Este es un hito para una administración que ha esquivado fijarse objetivos claros. Sin embargo, del análisis de las cifras de crecimiento históricas reportadas por el Banco Central, se concluye que esta es, en realidad, una meta inocua: desde 2016, el PIB de Chile ha crecido en promedio solo un 1,9%, guarismo que se sitúa por debajo de las predicciones para 2024 y 2025. Más ambicioso hubiese sido plantear una meta mirando los últimos ocho años previos al estallido social: 3,2%.
La ausencia de medidas concretas en temas como la atracción de nuevas inversiones o la modernización del Estado, junto con la sorprendente mención a una reforma previsional que asegurase tasas de reemplazo del 75% sin mayores justificaciones ni costos fiscales, fueron otros ejemplos de la falta de detalles en su discurso.
Así, si bien el Presidente realizó un esfuerzo por bajar la crispación y entregar un mensaje conciliador, no ofreció una visión clara de nuevas medidas para acelerar el crecimiento en el mediano plazo. Tampoco su intervención fue oportunidad para sincerar el difícil camino que enfrentará Chile en la próxima década y menos para reconocer la responsabilidad de su sector en la incertidumbre institucional de los últimos años.
Resolver los desequilibrios como legado
Un elemento que sí fue distintivo de las exposiciones de las autoridades fue la insistencia en plantear que los esfuerzos de política han estado puestos en la resolución de los desequilibrios generados a partir del estallido social, la pandemia y lo que ahora se considera fueron “respuestas sobredimensionadas de política” (los retiros previsionales, apoyados por la hoy coalición gobernante). Esto, tanto en el ámbito del esfuerzo fiscal como en el monetario, aun cuando esto último es de exclusiva responsabilidad del Banco Central.
Las cifras indican que es necesario ser cautos en este juicio. Desde luego, la caída del consumo privado de -5,2% en 2023 no sería compensada con su proyección de crecimiento de solo 2% para 2024 y 1,9% para 2025 (Banco Central). La formación bruta de capital fijo cayó en 2023 un 1,1% y tendría una variación de -2% el 2024, para recién crecer el 2025. El crecimiento en los primeros meses de este año sí ha mostrado una aceleración, pero fuertemente influido por una baja base de comparación y por elementos puntuales, lo que hace anticipar una expansión más moderada en lo que resta de 2024. En materia de inflación, el tipo de cambio continúa siendo un factor que presiona al alza los precios, lo que impone cautela. Y si bien la incertidumbre se ha reducido, Chile no ha logrado recuperar su liderazgo en materia de riesgo país a nivel regional, siendo superado por Uruguay. A esto cabe agregar la preocupación que el Consejo Fiscal Autónomo ha planteado respecto de la evolución de nuestras cuentas fiscales, el déficit estructural de 2,6% del PIB en 2023 y los problemas fiscales asociados a la descentralización; las dificultades de ejecución presupuestaria en la inversión pública, y la particular visión de esta administración en cuanto a que la aprobación del royalty (un impuesto) explicaría el aumento de la inversión minera.
Así, sin metas ambiciosas y con un escenario electoral nutrido, anclar la agenda en los esfuerzos contables para resolver los desequilibrios macroeconómicos representa una estrategia poco ambiciosa, pero tal vez apropiada desde el punto de vista del Gobierno, en cuanto puede ser un pilar para la construcción de un legado. El resto de la población, sin embargo, deberá ajustar expectativas y postergar el anhelo por reformas que promuevan el crecimiento en el largo plazo.